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Jueves, 11-09-08
ASÍ dicho queda más bonito que si se utiliza el nombre que le dan los científicos: «Bosón de Higgs».
¿Qué de que se trata? Pues del objetivo estrella de una mega-máquina que empezó a funcionar ayer en Ginebra, denominada «Gran Colisionador de Hadrones» (LHC, en sus siglas en inglés). Metidos como estamos entre la crisis económica, la subida de las hipotecas, el síndrome postvacacional o la vuelta al cole, resulta que hay unos señores que ponen en marcha un dispositivo con el que van a tratar de encontrar el origen de la vida y les echamos menos cuenta que a un contador de chistes malos.
Este artefacto, en el que han trabajado más de diez mil científicos en las últimas dos décadas, es el más ambicioso experimento científico realizado en la historia. Se trata de una especie de gran tubería, enterrada a cien metros bajo tierra, que conforma una elipse de veintisiete kilómetros de diámetro, en la que unos imanes muy potentes se encargan de disparar haces de partículas a gran velocidad. Los científicos pretenden hacer chocar dentro de este tubo -a una velocidad jamás lograda hasta ahora, cercana a la de la luz- a unas partículas subatómicas denominadas protones. Cuando este choque se produzca -calculan que será a finales de este año o principios del que viene- los científicos recrearán las condiciones que se dieron milésimas de segundos después del famoso «Big Bang» (ya saben, esa especie de «gran disparo» con el que según los físicos se creó el universo hace 13.700 millones de años). Los datos que arrojará este estallido permitirán desentrañar uno de los mayores misterios de la ciencia: encontrar la partícula que hizo posible la vida, denominada «Bosón de Higgs» en honor del físico escocés que postuló por primera vez su existencia hace cincuenta años.
Suena simple pero es alucinante. No me extraña que la hayan definido también como la «partícula de Dios».
«Mejor será que no la encontremos -ha señalado Stephen Hawking, el famoso físico inglés-, eso mostraría que algunas de nuestras ideas están equivocadas y que tenemos que pensar de nuevo». Vaya por Dios.
En Ginebra, desde ayer, están en ello.

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