Lunes, 06-07-09
La Consejería de Educación acaba de anunciar que denegará los conciertos a los centros a los que en mi opinión, de un modo intencionadamente perverso, se les ha calificado como de educación segregada, apartándose de su denominación pedagógica específica que es el de diferenciada. La expresión utilizada conlleva una evidente carga descalificadora, no exenta de trasfondo ideológico, de dicho modelo educativo, pues «segregar» significa, según el diccionario, «separar y marginar a una persona o a un grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales», mientras que «diferenciar» tiene como acepciones las de conocer la diversidad de las cosas, hacer a alguien o algo diferente, diverso de otro, utilizando como ejemplo la frase «Su idea de la libertad los diferencia».
Entrar en un debate sobre ambos modelos educativos resulta políticamente incorrecto, pues quienes defienden el modelo de la coeducación dicen que es un instrumento para el respeto y la tolerancia de género, y la plena igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer, mientras que quienes propugnan la defensa de la educación diferenciada lo hacen exclusivamente por razones pedagógicas. A este debate cabe además añadir el de la libre elección de modelo educativo por parte de las familias, como derecho integrante del de educar en libertad. Y ponerlo en relación con los parámetros que evalúan nuestro sistema educativo, como son los de calidad, fracaso y abandono escolar. Por ello, creo que un análisis de las experiencias producidas en países de nuestro entorno en los que coexisten ambos modelos educativos pueden iluminar también una serie de conclusiones que alimenten un debate sosegado, exclusivamente pedagógico, y no ideológico, sobre los modelos de educación, diferenciada y coeducación.
En Inglaterra, si tomamos como criterio de calidad educativa el acceso a la Universidad, se producen unos resultados que no se deben pasar por alto. Y así, entre los diez mejores colegios públicos del país, y similares resultados ofrecen los centros privados, en cuatro de ellos sólo estudian chicas, en otros cuatro sólo chicos, y dos son colegios mixtos. Es decir, ocho de los diez mejores colegios públicos ingleses son centros con educación diferenciada. ¿Por qué? Ello se debe a los diferentes desarrollos intelectuales y madurativos que se producen entre los chicos y las chicas a esas edades. La experiencia ha evidenciado que las chicas aventajan a los chicos en la asimilación de materias como la lengua, la literatura y los idiomas, mientras que los chicos lo hacen en materias como las matemáticas o las ciencias, lo cual hace que el aprovechamiento global del grupo o del aula no resulte homogéneo. Podría citar muchos otros ejemplos.
En cuanto a la coeducación como intrumento para la igualdad de sexo, y de oportunidades, confieso sinceramente que no conozco a nadie que me haya manifestado que el haber estudiado en un centro educativo sólo de chicos o de chicas hubiera resultado una barrera para acceder posteriormente a otros estudios superiores o profesionales, y que dicha circunstancia haya constituido una causa de denegación del acceso a un puesto de trabajo.
Respecto a la primera premisa, el alcanzar el objetivo de la igualdad, creo que deberemos examinar cómo parece concebirse por la Administración educativa andaluza este objetivo. Y para ello me apoyaré en las acciones formativas del profesorado y de los coordinadores de los programas de coeducación puestos en marcha por la Consejería de Educación, a través de los CEP (Centros del Profesorado). Y así encontramos que bajo el título «Integrando la Coeducación en nuestros centros. Estrategias y debates», los contenidos formativos de esta actividad son: La Educación Afectivo-Sexual. Una revisión más profunda. Nuevas parejas, nuevas familias. Identidades sexuales e intersexuales. La masculinidad a debate: nuevas masculinidades. Nuevos retos, nuevas corrientes, nuevos feminismos. Es decir, que para la Administración educativa, la igualdad de sexo pasa, una vez más, y de un modo obsesivo, por implantar la ideología de género. Y es que al final van a convencerme de que «probablemente el sexo masculino y femenino no existan. Deja de preocuparte y disfruta la vida». En mi opinión, nada o casi nada relaciona la igualdad de sexo con la ideología de género, que precisamente lo que propugna es su negación. No podemos defender la igualdad de sexo si negamos su existencia.
Por tanto, la coexistencia de ambos modelos educativos es una realidad en los países de nuestro entorno, incluso en la enseñanza pública. Y la negación de los conciertos a los centros que optan por la educación diferenciada resulta discriminatoria para las familias que libremente, y en el ejercicio de su derecho constitucional a elegir, quieran optar por ella. El concierto financia los costes de la educación por alumno, y se sufraga a través de los impuestos que las familias, sin discriminación, satisfacen. La medida que quiere adoptar la Consejería convertirá la educación diferenciada en un privilegio de las que tienen más recursos económicos para poder financiarla, negando esta posibilidad a las clases sociales cuyos recursos económicos son menores, como ocurre en la práctica con la mayoría de los alumnos de los centros que actualmente tienen concierto y optan por este modelo educativo. Y además puede provocar que las hijas de Santa Ángela, las Hermanitas de Cruz, cierren sus Colegios.

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