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«Un poeta sin dermatitis seborreica no es creíble»

Camilo de Ory _ Poeta

«Un poeta sin dermatitis seborreica no es creíble»

-¿Es cierto que a usted le odian las feministas y le quieren las mujeres?

-Las feministas son mujeres y, como tales, también me aman, pero lo expresan de un modo poco ortodoxo, interponiendo demandas en los tribunales y exigiendo a los directores de los periódicos que me echen, con éxito.

-Dejó el rock por la poesía, ¿significa eso que se ha resignado a ligar cada vez menos?

-Se liga igual. Con chicas macilentas y ojerosas, pero se liga.

-¿Cuál es su verdadera vocación?

-Perceptor de becas y subsidios.

-¿Entonces, por eso no ha ejercido nunca la Psicología, que es en lo que se licenció?

-Lo de las carreras está mal hecho. Tiene uno que elegir la suya con 18 años, cuando todavía no rige. Yo me matriculé en Psicología porque era lo más fácil que uno podía estudiar sin rebajarse a hacer Magisterio. De cualquier modo, aprobé cautivando a las profesoras con mi sonrisa y copiando, como todos los demás psicólogos, por cierto.

-¿Qué es lo más útil que aprendió en la Universidad?

-Que la Psicología es un fraude, lo cual me ha ahorrado una pasta en terapia.

-La primera noticia suya que tuve fue la del intento de asaltar un colegio mayor femenino, ¿ha vuelto a transitar por ese camino?

-Ahora que tengo la experiencia y los medios suficientes para hacerlo con garantías de éxito, me han abandonado las ganas. Lo cual viene a ser una metáfora de la vida, si bien se mira.

-Admira al actual novio de la duquesa de Alba, ¿por qué?

-Alfonso Díez es un hombre ejemplar que muestra al joven emprendedor cuál es el camino a seguir. Espero que los planes le salgan bien.

-Parece usted de ese tipo de hombres que, en su primera cita, es capaz de invitar a una chica a sopa de sobre, ¿me equivoco?

-Abrumo a las personas con invitaciones y obsequios, sí, y siempre dejo unas monedas en la mesita de noche antes de irme, después de un encuentro romántico. Soy un caballero.

-¿De verdad piensa que la cirugía plástica debería ser no sólo gratuita sino hasta obligatoria?

-El cirujano plástico es el poeta de la medicina y los implantes de silicona son el soneto. Todo lo que se haga en favor de la belleza contará con mi entusiasta beneplácito, en el terreno que sea.

-Ustedes los Ory deben ser muy particulares, ¿aún no conoce personalmente a su tío abuelo el poeta Carlos Edmundo?

-Sí, sí. El año pasado vino a Málaga y estuve un rato con él. Es un tío encantador. Y digo lo de tío en el sentido familiar de la palabra. Está en plena forma y sigue escribiendo igual de bien que siempre. Por lo del apellido, la gente nos confunde, y eso me ha abierto muchas puertas, una vez me encargaron un prólogo para un libro pensando que yo era él. Por supuesto, lo hice. Creo que el editor de la obra todavía no se ha dado cuenta del error. La autora sí, y le hace mucha gracia.

-¿La poesía tiene mucho que ver con la higiene?

-Con la higiene verbal, desde luego. La higiene corporal es privativa de los ensayistas y los críticos literarios. Un poeta sin su punto de dermatitis seborreica no resulta creíble. Uno mira una foto de Cernuda, por ejemplo, y no piensa que lo que le da brillo a su pelo sea gomina, sino grasa. Así han sido siempre las cosas y así deben seguir siendo.

-¿Y con la exactitud?

-Siempre digo que una palabra mal puesta en un poema es como una mosca en la sopa. También iba diciendo por ahí que escribir poesía es tratar de llamar a las cosas por su nombre, pero el otro día me enteré de que la frase no es mía sino de Nicanor Parra. Por eso ya no lo repito tanto.

-Tras el Emilio Prados, le han dado el Villaespesa, otro premio de prestigio, ¿aleja esto su aspiración de convertirse en autor maldito?

-Eso espero. Lo del unánime reconocimiento de las masas y el tren de vida obscenamente alto cada día me gusta más.

-Si los premios de novela están mejor retribuidos que los de poesía, ¿por qué no escribe novelas?

-Lo hago. Acabo de terminar un potencial «best-seller» ambientado en el mundo del circo, en el que salen, entre otros fascinantes personajes, un enano avieso, cuatro o cinco animales que hablan y María Teresa Campos. Lo tiene todo para triunfar. Ahora estoy en la fase de negociar duramente con los editores; si alguno quiere entrar en la puja, aún está a tiempo.

-¿Salir entrevistado en un periódico de Sevilla puede acarrearle enemistades en su ciudad?

-En mi ciudad la gente no lee, no hay peligro. Sólo mirarán la foto y se darán al autoerotismo, lo cual apruebo.

-Por cierto, ¿qué es lo más divertido que se puede hacer en Málaga?

-Málaga es un sitio muy aburrido. En lugar de pandilleros hay licenciados en Hispánicas y la policía tiene que salir los fines de semana a dar tirones de bolso y romper escaparates para animar un poco la cosa. Además, con esto del Mercado Común, las suecas, que eran la sal y la pimienta de nuestra vida pública, se han moderado en su voracidad sentimental y se comportan como ursulinas. Ursulinas nórdicas y turgentes, pero ursulinas. Los fértiles tiempos del landismo han pasado y sospecho que nunca volverán.

-¿Se hace cargo de que con estas respuestas ninguna señora le va a querer como novio de su hija?

-Siguiendo la doctrina Díez, espero que las hijas me quieran como novio de sus madres. He madurado.

EFE/RAFAEL DÍAZ

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