Testigos y «sufrientes» del movimiento de tierra registrado en parte de la Península cuentan en sus comentarios en ABC.es cómo han pasado el susto en plena noche
Actualizado Martes , 09-02-10 a las 17 : 24
Todo aquel a quien ha despertado el terremoto de 6,3 grados de magnitud en la escala Richter de la pasada madrugada tiene ganas de contar cómo lo ha vivido, qué ha sentido al notar el suelo moverse bajo sus pies o, simplemente, dejar plasmadas sus impresiones en una experiencia inédita para él. Por eso, los comentaristas y habituales lectores de ABC.es han abarrotado de testimonios las noticias relativas al terremoto, que se ha sentido con fuerza en la costa occidental de Andalucía y ha tenido su epicentro a unos cien kilómetros del Cabo de San Vicente. Este lugar es foco frecuente de movimientos sísmicos, ninguno como aquel maremoto del año 1755 que arrastó la costa sur de Portugal y las provincias de Huelva y Cádiz. De hecho, vecinos de la poblacion onubense de Isla Cristina han dejado hoy sus bártulos en casa y han preferido desalojar el pueblo por el miedo que ha cundido en el cuerpo.

Pero mejor que sean los testigos y los «sufrientes» quienes hablen. Una asidua lectora de este periódico, Luisa Pérez Ron, confiesa que «la cama empezó a moverse como un barco» y que sus dos niños pequeños se despertaron. De hecho, ella al levantarse llegó a gritar: «¿Quién anda ahí?», pensando que había ladrones en casa. «Fueron 15 segundos interminables», remata. El tiempo de duración es una alusión a la que recurren muchos lectores y a la que dan mucha importancia. No en vano, en este caso, Raúl piensa que ha sido «especialmente largo» en Ciudad Real, después de haber sufrido varios movimientos de tierra; por ello, él supo al instante de qué se trataba.

En Sevilla, un lector que se hace llamar Juan Luis pensó que su cuarto, que «es un bungalow, parecía que estaba poseído a las 2.40 horas». Cáceres y rincones de toda Extremadura, parte de Castilla y León, Castilla-La Mancha, media Andalucía y Madrid... pero también de Casablanca, en Marruecos, o de rincones del Algarve y asegura un lector, David, que también en su sexto piso en Vigo. Las declaraciones llegan de todas partes por donde ha dejado rastro el temblor.

«Se me han puesto de corbata»Pocos testimonios tan claros y descriptivos como el de Pablo, quien lo cuenta de esta forma: «Vivo en un cuarto piso cerca del centro de Sevilla, y se me han puesto de corbata, cuando estaba frente al ordenador, y ha empezado todo a vibrar más que levemente, parecía que me estaba mareando, hasta que me di cuenta que la mesa también temblaba, y las perchas se movan de un lado a otro chocando entre ellas. Mis padres y mi hermana que dormían se despertaron, comentando que habían notado que se movía la cama».
Una toledana refiere: «En una semana hemos tenido en la capital castellano-manchega niebla, hielo, lluvia, nieve... El otro día comenté en casa que sólo nos faltaba un terremoto y mira... Me pilló despierta, y vaya sensación más rarita, parece que la casa estaba encima del mar». Una persona con insomnio estaba «fumando en la terraza y la pared se ha movido como si fuera un papel».

Los trabajadores o estudiantes nocturnos como Laura Ibáñez comenzaron a escuchar repentinamente «cómo las puertas sonaban, las bolitas de Navidad chocaban en los pomos, las ventanan crujían, y el sillón empezó a moverse y yo también. Pensé que todo se desplomaría», y su sensación de alivio traspasa la pantalla del ordenador.

Alfredo Ruiz pone la puntilla, parafraseando el consejo de algunos expertos: «Ante un terremoto, hay que buscar resguardo en los marcos de las puertas».

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