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Sara Vega, la fuerza de la sangre

Si quien no tiene padrino no se bautiza, esta sevillana, a falta de uno, se estrena musicalmente arropada por su hermana, la actriz Paz Vega, y Alejandro Sanz

DÍAZ JAPÓN

VICTORIA BIOQUE

La mirada de Sara Vega inevitablemente recuerda a la de la Carmen de Vicente Aranda. Cuando gesticula, el parecido se acentúa. Pero nada en Sara Vega es impostado. Cae bien de primeras porque en sus palabras no hay sitio para la falsa modestia y se reconoce tal y como es: hermana de Paz Vega y ahijada musical de Alejandro Sanz: «¿Hay algo de malo en eso? Ojalá mi hermana pudiese ayudarme más, pero nuestros mundos son opuestos», declara.

Del autor de «Corazón partío» afirma que es su «maestro, el que me ha enseñado todo cuanto sé de la música. Es un amigo, pero sobre todo, un ángel». Desvela que conectaron «poco a poco porque los dos somos muy nuestros y “mu cortaos”. Me brindó la oportunidad de subirme a ese tren suyo de los momentos y desde luego, de él no pienso bajarme». Exhalando la misma graceja, corrige cuando la periodista apunta al peso que supone grabar un disco con la ayuda del madrileño: «¡Cómo va a ser una responsabilidad si abre todas las puertas del mundo!». El resultado de tres años en Miami es «Sangre revuelta» que verá la luz en septiembre, al tiempo que se unirá como telonera en la gira de Sanz: «Es un disco de diez temas que cuentan la verdad de Sara, canciones que hablan directamente al alma, por eso recomiendo escucharlo poco a poco porque no son fáciles de digerir», dice.

Orgullosa de su tierra

Sara huye de los tópicos y afirma que no necesariamente «hay que salir de Sevilla para triunfar. Eso depende de la persona. Si vas de verdad, te entenderán en todas partes, aunque si no gustas en tu tierra, tampoco pasa nada». La sevillana, orgullosa de su ciudad y de ser quién es, cuenta que «la música la llevo dentro desde que tengo uso de razón, lo que sucede es que si no sales en televisión, parece que no existes».

Ejemplo de ello es que la cantante, que lleva interpretando y bailando flamenco por teatros de medio mundo desde los dieciséis años, debutó bailando junto a Rocío Jurado en la película «Sevillanas» de Carlos Saura. Una vez aclarada que su pasión no es flor de un día, asevera que decidió apellidarse Vega «por amor a mi abuela. Es una cuestión sentimental más que comercial» y advierte risueña que «aún puede salir otro artista de la familia.

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