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El baño de la pequeña Obama

Mientras su madre, Michelle, la vigilaba desde una hamaca libanesa, su hija pequeña disfrutó de las aguas de Estepona durante más de una hora

RAMIRO VILLAPADIERNARAMIRO VILLAPADIERNARAMIRO VILLAPADIERNA

Vestido que Michelle Obama compró, por 45 euros, en Marbella. Abajo, su firma en el libro de honor de la Alhambra, donde agradece la generosidad y amabilidad recibida

Con un largo y esperado baño, unos saltos de olas en una blanca playa infestada de buzos y una comida bajo las palmeras, la familia Obama ha dado por inaugurado el nuevo Club de Mar del Villa Padierna, en la playa de Estepona, que desea ser para el mediterráneo referencia de la sofisticación, en el siempre feísta territorio playero.

Aunque a la familia parecieron pegársele las sábanas tras la velada granadina, Sasha, la hija del presidente Obama, se ha bañado más de una hora en las fáciles aguas locales, frente por frente con el litoral de África y vigilado por lanchas. Michelle ha disfrutado de una opción de almuerzo de aromas mediterráneos, preparado por el chef Victor Taborda, que es una joven estrella que ha puesto Berasategui al frente de la que quiere ser mejor cocina de la comarca.

La primera dama y algunos amigos que la acompañan en España han optado por descansar en las hamacas libanesas, a salvo de miradas, hasta las cuatro de la tarde, cuando la comitiva ha partido hacia sus villas en el selectivo complejo golfista en que se alojan. «Por más que les decimos las horas buenas, van con su hora», comentaba Arranz. Y es que «entre 12 y 4 de la tarde se levanta un pesado viento Levante», explican los exquisitos empleados de su balneario.

De la playa del club, sobre el que el dueño quiso la cortesía de desplegar ambas banderas, «se han sacado sacos de basura, el arquitecto Ed Gilbert ha dirigido el rediseño completo y, además de limpiar y adecentar la zona, se han plantado 200 palmeras», dice Ricardo Arranz, que ha aprovechado para relanzarlo con esta «ocasión única» y un coste de 300.000 euros «que no tengo…»

De Estepona solo ha recibido «buenas palabras de apoyo, que sinceramente agradezco»; pero el beneficio de una playa «sin piedras, plásticos ni jeringuillas, es de todos», reconocía un bañista que ya había podido probar antes la nueva playa. Cientos de vecinos y turistas rodeaban el perímetro frente al nuevo Club de Mar, elogiando como «muy positiva» una visita de este nivel a la Costa del Sol.

Había quien lamentaba que «está claro que no todos somos iguales», ante el fuerte dispositivo de seguridad. Demarcación de Costas había autorizado a cerrar unos 45 metros del litoral de La Costalita, frente al Club de Mar, a fin de salvaguardar la seguridad de la mujer del presidente de Estados Unidos. «Esto solo es para los importantes» o «y lo pagamos de nuestros impuestos» eran tópicos negativos fácilmente circulantes, tono que ha llevado a algunas emisoras a calificar reacciones populares y políticas como «mucho más cateto que lo de poner un cartel de Welcome».

«Esto va a traer nueva gente de fuera», creen en cambio los empleados de un establecimiento; «es lo más importante que nos ha sucedido en mucho, y nos puede abrir el mercado norteamericano», estimaban los invitados de la emisora Onda Cero, que transmitió un programa especial desde el Club de Golf del hotel.

Carlos Herrera ha calificado la visita de los Obama a la Costa del Sol como «un soplo de viento extraordinario», y luego, en la clausura de los Cursos de Verano de la Universidad de Málaga, dijo que «debería dársele la importancia que tiene» en un momento en que el turismo se encontraría «en apuros», siendo como es «casi la única industria del país que funciona». Según estimaciones, la presencia de los Obama supondría al sector el equivalente a 50.000 impactos en la prensa internacional: una tarifa publicitaria de 800 millones de euros.

Pisando ahora Estepona, los Obama reparten entre todas las demarcaciones, con peleas de un pueblerino que espanta, incluido el enfado de la Junta de Andalucía por no caber en la foto. «Parece que a alguien está molestando esta visita, en vez de honrarse por la elección», dice el alcalde de Benahavís, el único con derecho a jurisdicción y el más discreto: «Esto es algo para toda la Costa del Sol y si la marca global es Marbella, pues viva Marbella, que beneficia a España. En el otro lado, «¿puede creerse alguien que ni siquiera del Patronato de Turismo de la costa han llamado?».

ESTEPONA

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