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Oro de la Catedral a San Andrés

La Virgen de Regla regresó a su capilla con sones alegres y con el refulgir del nuevo manto y la presea

KAKO RANGEL

JAVIER MACÍAS

La cruz de San Andrés estaba apagada. La luz característica en forma de aspas que ilumina el rostro de la Virgen estaba ayer ausente. La hermandad quería que esa parte de la candelería no se encendiera hasta que no cayera del todo la noche. Todo debía ser perfecto.

Eran las 19.50 horas y el ocaso estaba aún por llegar. La estampa, como lo fue a la ida hacia la Catedral, era inusual. Hace muchos años que a la Virgen de Regla, ya coronada, no le daba el sol en la cara en su paso de palio. Quizá por eso, la candelería no estaba iluminada del todo e incluso el viento ayudó a que la única luz que le diera a la Virgen fuera la natural. Y es que en la hermandad hay anhelos de recuperar su puesto correspondiente en el día.

Antes, la Virgen de los Reyes se había despedido con una salve entonada por su asociación y las primeras bullas, más bien «autobullas», empezaron antes de cruzar el dintel.

Hubo derroche, como es habitual, de representaciones en este tipo de actos: estaban

todas las hermandades invitadas, lo que provocó que hasta Tetuán, la espera del cortejo completo resultara algo tediosa. Eso sí, la cantidad de estandartes puso color en una Avenida que si uno hubiera imaginado que era el día del Corpus, se lo hubiera creído.

Pero hablando de bullas. Hubo público, mucho, sobre todo durante la primera parte de la procesión —hasta pasado el Ayuntamiento— pero eso sí, menos que en otras procesiones extraordinarias recientes como la Estrella, la Esperanza de Triana o la Macarena, hace una semana. «La gente está ya algo saturada», se escuchaba. Pero los que lampan por ver una cofradía, como los «pseudofotógrafos» que no dejan trabajar a los profesionales con tanta escalera, trípode y cámara, no faltaron; lo que hizo que en momentos como la salida hubiera empujones por captar la imagen histórica.

Volviendo a la Virgen, que era ayer lo importante. Iba preciosa, de oro. Parece que han cogido la muy antigua corona de Palomino y le han dado un baño

áureo. Y el palio parece que lo acaban de bordar. Paleteiro ha recuperado el esplendor perdido del granate clásico panadero. Y el manto, una obra de arte que cuando pierda el acartonado le va a aportar realce al palio. En cuanto a las flores, la hermandad ha importado unas rosas con un espléndido olor desde Inglaterra.

Y por último, las joyas. La Virgen de Regla Coronada iba engalanada con la medalla de oro del Consejo de Cofradías, la cruz pectoral regalo de la Macarena, la medalla de la ciudad de Chipiona y hasta un costal de oro que sólo lo tenían hasta ahora el Ayuntamiento chipionero y Rocío Jurado. Faltaba la réplica de la medalla de la ciudad de Sevilla, que los problemas de agenda han hecho que se posponga la entrega hasta el día 30.

Medido todo, incluso las marchas. «Todas serán alegres. Lo avisó el hermano mayor y así fue. En la salida se estrenó «Virgen de Regla Coronada», compuesta por el director de la Banda de Santa Ana de Dos Hermanas, una música efectista

—mucho «tachiro»— y con una parte de la «Salve Panadera».

Después, «Coronación de la Macarena», «Triana de Esperanza» o «Campanilleros», donde el palio se lució aguantándose con el contrabajo de la marcha y arrancando con los cascabeles.

Y delante las Cigarreras, que llevaba el clásico grupo «freak» grabando todas y cada unas de las interpretaciones. Hablando de «freakis», tampoco quiso perderse la salida «el Caballito de Mar», el ex novio de Falete, José Isaac, con medalla al cuello y todo. El año que viene será en Madrid.

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