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Columnas / ANDALUCÍA IMPARABLE

Si los funcionarios hablaran

Todo un golpe a la democracia urdido en la sombra y con la colaboración de unos sindicatos verticales

Día 15/11/2010 - 07.01h
El contubernio está al caer. Dentro de nada aparecerá un griñanini o una griñanina para anunciar solemnemente la conspiración que están perpetrando los funcionarios de la derecha extrema con el PP andaluz. Este Régimen está derrumbándose como todos los regímenes que en el mundo han sido. De momento ya están negando la realidad hasta unos extremos inverosímiles. Por ejemplo, el fracaso de la gran caja andaluza que según Griñán nunca existió como proyecto. El presidente andaluz niega que alguna vez haya sido partidario de una caja única y se queda tan pancho. Como si no tuviéramos memoria, como si no recordáramos sin necesidad de acudir a las hemerotecas el bombardeo durante el periodo magdaleniense, cuando la consejera Álvarez disparaba contra todo quisque que pusiera en duda ese objetivo de una caja única, mucho más fácil de controlar desde San Telmo que el rosario de cajas provinciales que existían en aquellas fechas.
Lo mismo está sucediendo con el malestar, vulgo cabreo, de los funcionarios con el Régimen que pretende despojarlos de sus derechos. Tal como suena. Vaciar la Administración para convertirla en una sucursal del partido que pretende gobernar Andalucía aunque pierda las elecciones. Todo un golpe a la democracia urdido en la sombra y con la colaboración de unos sindicatos verticales que se han entregado al poder del dinero o al dinero del poder. No es que haya veinte o treinta mil enchufados en esa maraña de empresas, fundaciones, institutos, observatorios... Es que pretenden dirigir Andalucía desde esas empresas públicas que han creado a su imagen y semejanza. ¿No eran defensores de lo público? La socialdemocracia no tiene nada que ver con este caciquismo de nueva generación que está obsesionado con perpetuarse en el poder.
La revolución de los enchufes es un hito en esta autonomía que va camino de cumplir treinta años sin que la alternancia haya hecho acto de presencia. Los funcionarios saben qué se cuece en las covachuelas de la Junta: la olla podrida que sirve para repartir subvenciones cazo a cazo, o para colocar a novios, hijos, sobrinos políticos... Por eso se han convertido en el gran peligro para Griñán, el hombre que eligió a Velasco para dirigir el partido: no se olvide este dato aunque el propio presidente reniegue de quien fuera su discípulo predilecto. Si los funcionarios hablaran, si denunciaran todo lo que se guisa en la penumbra, entonces el Régimen tendría las horas contadas. El silencio cómplice, mantenido durante tres décadas, ha propiciado este neocaciquismo que pone a los funcionarios, ahora, contra las cuerdas. Una protesta profesional es considerada por Mar Moreno como hostilidades (sic) contra la Junta. ¿No suena eso a final de Régimen? El ocaso del griñanismo salta a la vista. Lo del sábado fue solo el principio. ¡Ay, si los funcionarios hablaran…!
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