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EN NOMBRE PROPIO

José Abraham Carrascosa: «Biólogos o geólogos no deben ni pueden gestionar los pantanos»

Este colectivo no parece dispuesto a dejarse pisotear y permitir que la Agencia del Agua designe a personas no cualificadas para puestos que exigen tener la preparación de un ingeniero de caminos

ROCÍO RUZ

MARÍA JESÚS PEREIRA

—¿Fue una equivocación transferir las cuencas a las autonomías?

—No digo que fuera una equivocación, pero sí que no se ha hecho bien. La mejor forma de gestionar el agua es la unidad de cuencas. Desde 1926 se ha hecho así y muchos países nos han copiado. Cada confederación debe llevar su cuenca y éstas depender del Estado. Así ha funcionado bien muchos años y no sé por qué ahora tiene que cambiarse el modelo.

—¿Se puede achacar el descontrol en los desembalses a la falta de unidad de gestión de las cuencas?

—No, los desembalses los gestionan técnicos y quiero pensar que no hay diferencia a como se hacía antes. Yo no tengo datos para pensar que los desembalses se han hecho mal. Probablemente Asaja o los regantes sí lo sepan.

—¿Se hubieran evitado las últimas inundaciones si se hubieran aliviado los pantanos con antelación?

—Si se hubieran desembalsado antes y luego no llueve ahora estaríamos diciendo que se ha tirado agua. No todo es culpa del señor que ordena el desembalse. Hoy se está construyendo en sitios donde no se debería construir porque son terrenos inundables. Han fallado los controles para evitarlo.

—El vicedecano de su Colegio denunció que la mayoría de embalses no tienen planes de emergencia.

—Los tienen, pero no en marcha.

—Eso es como no tenerlos.

—Efectivamente.

—¿Es verdad que hay personal técnico no especializado al frente de pantanos?

—Sí, tenemos noticias de que puede haber embalses con libres designaciones que no se corresponde con la persona que debe gestionar el pantano, es decir, un ingeniero de caminos.

—¿Qué pantanos tienen como gestores a personas no cualificadas?

—No tengo el dato.

—¿Estamos hablando de pantanos gestionados por abogados?

—Estamos hablando de un biólogo, un ingeniero agrónomo o un geólogo, que no deben ni pueden gestionar presas porque los embalses no están en sus planes de estudio. Hemos ganado en los tribunales el recurso contra la libre designación de algunas plazas en la Agencia Andaluza del Agua porque se adjudicaron a personas que no eran ingenieros de caminos y no estaban capacitadas para ese trabajo.

—¿Esos nombramientos de libre designación pueden seguir produciéndose con la reforma del sector público andaluz?

—Espero que no. Ya hemos denunciado el tema en la Agencia Andaluza del Agua y vamos a estar encima para recurrir esas designaciones. Aunque nos tachen de corporativistas, está claro que para operar un lince, mejor un veterinario que un ingeniero de caminos; para gestionar una presa, mejor un ingeniero de caminos que un biólogo o un geólogo.

—¿Es Melonares un buen ejemplo de la descoordinación de las administraciones?

—Sí. Melonares ha ido sufriendo retrasos por unos motivos u otros.

—¿Se han creado reino de Taifas con la actual política de aguas?

—Sí, como todo lo que termina troceado. Siempre hay dispuestas entre provincias y los trasvases son un buen ejemplo. Ya sabemos que históricamente muchas guerras han comenzado por temas de agua.

—¿Qué nota pondría usted a la política del PSOE?

—Un 6. Se está haciendo bastante, pero se podría hacer más. El problema del agua en Andalucía es que históricamente ha ido pasando de Obras Públicas a Medio Ambiente. El agua tiene la suficiente importancia en Andalucía como para tener una consejería en exclusiva.

—Con el decreto 5/2010, la Agencia del Agua entra en liquidación para crear una macroempresa que nacerá de las cenizas de Egmasa. ¿Cree que ese cambio será favorable?

—Bueno, veremos cómo se desarrolla el decreto, pero empieza a parecerse a lo que nosotros decimos.

—La nueva Ley del Agua ha generado críticas por parte de muchos sectores que dicen que encarecerá el servicio y que es inconstitucional.

—Soy ingeniero y no puedo decir si es inconstitucional. Lo que sí es cierto es que nadie valora el hecho de levantarse por la mañana, abrir un grifo, tener agua y que se vaya al alcantarillado con todos los residuos. Detrás de eso hay un trabajo inmenso de ingeniería y hasta ahora no se ha valorado. El agua es barata teniendo en cuenta la calidad que exigimos, por lo que debería costar lo que cueste.

—Con el recorte de inversiones, ¿cuántos ingenieros irán al paro?

—Ya han ido 300 y creo que podrían llegar a 500 porque a las empresas les sobra un 10 o un 15% de la plantilla. El año que viene será duro.

—Llegó a plantear reducir la calidad de las obras para no pararlas. Teniendo en cuenta el accidente en el viaducto de la A-7 ¿No puede ser esa una solución temeraria?

—No creo que ese accidente pasara porque se redujera calidad. Yo hablo de hacer obras más austeras, no de quitar calidad.

—¿Ha derrochado la Administración en obras públicas?

—En alguna obra se ha podido derrochar dinero porque estamos a un nivel de infraestructuras superior al de otros países. Hay que comenzar a hacer obras como se hacían hace veinte años, más austeras.

—Hay proyectados varios puentes en Sevilla, sin que termine de llegar ninguno de ellos, ¿Cuál considera usted más urgente?

—Considero vital mejorar las comunicaciones entre el Aljarafe y Sevilla. Los puentes que hay son escasos y urge la ejecución de un puente, ya sea en Coria o en el Charco de la Pava.

—¿Qué haría usted en Tablada: un parque o viviendas?

—Yo pondría allí el Metropol Parasol, que es espectacular;el edificio de Rafael Moneo que iba en el Prado de San Sebastián; la biblioteca de Zaha Hadid, que también se ha parado y que probablemente habrá que tirar; la Torre Pelli, que se está haciendo en la Isla de la Cartuja... Esta ciudad podía haber aprovechado Tablada para hacer lo mismo que hizo París en el barrio de la Defensa, hacer un gran barrio de desarrollo de la ciudad, con amplias avenidas y espacios verdes, ubicando allí obras de los grandes arquitectos, en lugar de encajonarlas en la Plaza de la Encarnación, en los jardines del Prado o en la isla de la Cartuja. La modernidad tiene que existir porque probablemente si hoy se hiciera otra vez la Giralda se diría que no se debe hacer, como pasó con la Torre Eiffel en París.

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