En 1990, Los Ronaldos estaban en su mejor momento. Tras dos discos con los que arrasaron pudieron permitirse un capricho. Que el productor de su tercer disco, «Sabor salado», fuese John Cale -primer líder de la mítica Velvet Underground-. La anécdota ilustra en lo que desde entonces se convirtió la banda madrileña: en unos rockeros juveniles que, al crecer, quisieron convertirse en algo más.
«Sabor salado» fue el primero de una serie de discos mediocres que Los Ronaldos publicaron hasta su disolución en 1996. Desde entonces, lo que ha quedado ha sido su imagen de banda de la movida madrileña y un par de álbumes -los dos primeros- rescatables por lo desenfadado de su propuesta. La mitificación de la música española de los ochenta los ha convertido hoy en una pequeña pieza de culto. Algo de lo que ha bebido Coque Malla, su cantante y compositor, durante su posterior carrera en solitario.
Joy Eslava fue testigo de la presentación del disco
Dio el pistoletazo de salida con «Despierto», el primer tema de «Termonuclear». Plana y sin mucha pegada, sigue el esquema de canción-apertura a lo Coldplay: inicio lento en acústico, entrada de guitarras eléctricas y batería, subida de revoluciones y cierre en acústico. Una fórmula que suele confundir la pasión con subir el volumen y cantar con la cabeza hacia el techo y los ojos cerrados.
El ex rockero sufre el efecto «Equipo A»
Esto es, que un mito de los ochenta sacado de los ochenta solo puede convertirse en dos cosas: carne de nostalgia o un producto comercial fagocitado por las nuevas modas. El caso de Coque es el segundo. El estilo de de su carrera en solitario recuerda más al pop simplón y empalagoso de bandas como Pereza o El canto del loco que al sonido del «rock and roll» sin complicaciones propio de la movida. Incluso en su manera de cantar ha calcado el falsete nasal que puso de moda Liam Gallagher, y que casi todos los vocalistas españoles de pop comercial han seguido.
Estribillos machacones y acordes prototípicos
El único momento con algo de «rock and roll» de la noche fue la interpretación del díptico formado por los temas «Abróchate» y «She's my baby», de letras bobaliconas y guitarras sin pasión que confirmaron que este Coque no tiene nada que ver con el Coque de los ochenta. El Coque que desde que quiso que John Cale le produjera un disco mediocre no ha vuelto a ser el mismo. Ayer lo dejó claro al afirmar que su forma de hacer música siempre ha estado muy influida por los Beatles, los Rolling Stones y Bob Dylan. Basta empezar a creerte grande para perder lo que hasta entonces te había hecho mediano.