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Adiós a Peter Falk, el teniente Colombo

El actor que llevó la gabardina del detective más célebre de la tele falleció ayer a los 83 años

JAVIER CORTIJO

Para muchos televidentes, y algún que otro bloguero guasón, Peter Falk era, casi tanto como Leonard Nimoy, el más claro ejemplo de «resinismo» de la televisión americana. Esto es, un actor que, como el estándar de Torrelavega, solo sabe hacer de sí mismo. Pero bordándolo, claro, que no siempre es tan sencillo como parece. En el caso de Falk, su alter ego inevitable fue el teniente Colombo, papel que no le abandonó durante 35 años, aunque con interrupciones y tiempos muertos. Pero, igual que Nimoy no es solo Spock, Falk demostró que había vida más allá de la gabardina perfecta para un anuncio de detergente (en el casillero de «antes», se entiende).

Nacido el 16 de septiembre de 1927 en Nueva York, y con ascendencia magiar, vio (es un decir) cómo su carrera y su vida quedaban truncadas al perder un ojo a los 3 años por culpa de un tumor maligno. Y, curiosamente, su primera experiencia en un escenario tendría lugar con la bufa «Los Piratas de Penzance». Tras un periplo vital alejado de las bambalinas y consagrado a menesteres más prosaicos como las ciencias políticas y las administraciones públicas, años más tarde se convirtió en un habitual del Off Broadway, donde debutó en 1956 con «Don Juan». Pero en los años 60 todo cambió cuando saltó al cine con energía, obteniendo sendas nominaciones al Oscar como mejor actor de reparto por «El sindicato del crimen» y «Un gángster para un milagro».

D Y cuando todo apuntaba a una carrera adscrita a la agridulce etiqueta de «secundario de lujo», zas, llega el bueno de Colombo, el detective con pinta de cama recién levantada y sin una pizca del glamour y el atractivo típicos del género negro más clásico. El impacto de tal antihéroe despistado y desastrado fue inmediato, y las audiencias de todo el mundo le recibieron con los brazos abiertos, sobre todo las madres, que rabiaban de ganas de meterle de cabeza en una buena lavadora. Cinco Emmy, un Globo de Oro y 125.000 dólares por episodio fueron los frutos de su etapa dorada, desde 1968 a 1978. Pese al éxito, Falk demostraría su talento como actor en filmes de la talla de «Maridos» y «Una mujer bajo la influencia», ambos de John Cassavetes; «Los suegros», de Arthur Hiller o, ya en los 80, «Cielo sobre Berlín», de Wim Wenders, con quien repetiría en «Tan lejos, tan cerca». Se despidió de la pantalla en 2007 con «Next», otro vehículo a la mayor gloria de Nicolas Cage. Un triste final

profesional que anticipó el personal: ya en aquella época Falk empezó a dar muestras de demencia senil, enfermedad que ha apagado definitivamente su luz a los 83 años en su residencia de Beverly Hills. Tal vez los investigadores privados y las tintorerías guarden un minuto de silencio en su honor.

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