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entrevista. montserrat caballé

«En el mundo de la ópera la crisis está dejando atrás muy buenas voces»

La cantante y su hija ofrecerán este domingo un recital en Sevilla, a beneficio de Nuevo Futuro, con obras Bellini, Donizetti y Rossini

«En el mundo de la ópera la crisis está dejando atrás muy buenas voces» a.p.

marta carrasco

Montserrat Caballé tiene una voz suave que resuena optimismo. La soprano, muy volcada en los últimos tiempos en las causas solidarias, realizará el próximo día 2 de octubre en el teatro de la Maestranza, un recital junto a su hija Montserrat Martí, a beneficio de Nuevo Futuro. Ha habido en los últimos días en la vida de la cantante, Premio Príncipe de Asturias, dos acontecimientos singulares: uno, que su hija Monserrat la ha hecho abuela de una preciosa niña que no tiene aún un mes; y el segundo, menos afortunado, que actualmente se recupera de una caída.

—Me caí en las escaleras automáticas del hotel de Zaragoza donde había estado en el Concurso Internacional de Canto. La verdad es que aún me siento dolorida en la cadena, espalda y tobillo y me cuesta andar, pero creo que voy a mejor.

— Sin duda en estos casos le servirá la férrea disciplina que requiere su profesión.

— Sin duda, tener es. Pero no hay que preocuparse. Poco a poco.

—Su vida está rodeada de música: usted canta, se casó con un tenor, su hermano era productor y además ahora su hija también canta.

—Es verdad, pero desde pequeña porque a mis padres también les gustaba mucho la música. Ahora mi hija, que ha decidido seguir los pasos de sus padres, y por ello me siento muy orgullosa.

—Ha llovido un poco desde que usted empezó.

—Ni se imagina. Yo debuté en el año 1956, tuve un contrato con la ópera de Basilea. Después tuve contratos durante siete años por varios países entre ellos Suiza y Alemania donde estuve tres años. Fueron siete años de aprendizaje, lo más importante para un cantante: formarse.

—Ahora parece que van un poco más deprisa.

—Sí, y quieren hacer una carrera rápida con la sensación de que no tienes tiempo. Y no es así. Yo por ejemplo empecé cuando no había tantos teatros de ópera. La Segunda Guerra Mundial los había dejado cerrados y se iban abriendo poco a poco. No fue sino hasta los años sesenta cuando comenzó de nuevo el auge de la ópera, y sentías que todo iba renaciendo. Y en España, ni le cuento. Sólo había algunas empresas en Barcelona y Valencia o Madrid, pero tan sólo hacían minitemporaditas. Hoy hay muchísimas más posibilidades para las jóvenes voces, más teatros, más festivales, más recitales.

—Quizás estos momentos sean los más duros de los últimos años.

—Son duros porque no hay trabajo para mucha gente. La crisis actual ha reducido mucho las actuaciones y las temporadas empiezan más tarde y terminan antes. Sin duda la crisis económica está dejando atrás voces muy buenas. Yo las veo en mi Concurso Internacional que tienen un gran porvenir, pero luego ves cómo los teatros tienen las plantillas completas y además, ahora se trabaja más por producción.

— ¿En España se ama la ópera?

—Si, por supuesto. Se ama tanto la ópera como la copla, y esto nos viene de nuestras raíces culturales. La ópera es parte de la cultura de nuestra nación, en parte también por la enorme difusión de los cantantes españoles que tuvimos la suerte de formar parte de un gran período artístico.

—¿Qué ocurre con la zarzuela?

—Eso es algo que nunca he entendido. La zarzuela es preciosa, con compositores increíbles, unas voces y directores de escena fantásticos, y no se por qué no se subvenciona si es nuestra música. En Viena se puso en escena «Doña Francisquita», nada menos que en un templo de la música como es el Musikverein y se caía el teatro, un lugar mozartiano y wagneriano, rendido ante la zarzuela. Si la zarzuela fuera austríaca estaría por el mundo, igual que pasa con su opereta.

— ¿La palabra «retirada» está en su vocabulario.

—No, no está. Tengo un repertorio muy extenso y escojo lo que pienso puedo cantar en estos momentos. Mi profesión es una responsabilidad. Además, a mi eso de salir ante 2.000 personas, por mucha veteranía que tenga, siempre me pone nerviosa.

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