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Paulino sin Plata

Ahora es Paulino sin plata, el gran recortador de la cultura en versiónoriginalsubvencionadaLa cultura andaluza se ha convertido, en demasiados casos, en algomelifluo tirando a progre

Paulino sin Plata es la viva imagen del páramo en que se ha convertido la cultura subvencionada en Andalucía. Lo de cultura subvencionada debería ser una paradoja, porque la cultura es libre o no es nada, pero es una triste realidad. Demasiados artistas andaluces ya saben el significado hondo y cruel de la vieja soleá. «Desgraciaíto el que come / el pan de manita ajena, / siempre mirando a la cara, / si la ponen mala o buena…». Ahora ya no miran a la cara del nuevo señorito que reparte el dinero de todos como si fuera suyo, entre otras cosas porque el gesto ya no importa. No es cuestión de voluntad. Es algo peor aún: el consejero se ha quedado colgado del nombre porque se le ha caído el apellido por culpa de la crisis. Ahora es Paulino sin plata, el gran recortador de la cultura en versión original subvencionada.

Plata no ha tenido más remedio que coger la tijera de podar, aunque en algunos casos seguimos pagando de nuestros bolsillos esos caprichos de la progresía del Régimen, como la fundación de Barenboim. Mientras, las orquestas y los teatros languidecen o se ven abocados a subsistir a duras penas porque el maná oficial ya no cae de los cielos presupuestarios. En cuanto a los museos, quiten la perla de la corona juntera que lleva el nombre de Picasso y comprobarán que las rebajas también han llegado hasta sus salas.

La pregunta cae por su propio peso: ¿no decía la propaganda del Régimen que la cultura era una industria que creaba riqueza? Si eso fuera así, o si ellos creyeran de verdad que eso es así, la Junta adelgazaría gastos en asesores y demás enchufados para que no cayera esta industria. Pero aquí se descubre una vez más el pastel del que han estado viviendo muchos paniaguados a lo largo de estos años. La cultura andaluza se ha convertido, en demasiados casos, en algo melifluo tirando a progre, en un vehículo para propagar la débil ideología que cabe en la consigna y la pegatina. Nada que interese al personal. Consumo interno. Trinca la subvención y vete. De ruina.

Paulino sin plata es otro de los fantasmas que ha creado este Régimen. Una sábana hueca sin nada dentro. Un trampantojo que se dedicaba a repartir prebendas y que ahora ve cómo peligra esa distinción para el flamenco que le sirvió para bombardearnos hace un año. Ahora no hay dinero para mantener ese apoyo que se le prometió a la UNESCO. A falta de la plata que los flamencos llaman parné, buena es la verborrea. En un artículo preñado de circunloquios cursis, Paulino sin plata aboga por proteger la cadena genética (sic) del flamenco. Pues nada, a sacarle el ADN a la malagueña del Mellizo. Al cante, Niño del Laboratorio. Al microscopio, Manolo del CSIC. Y en las tablas de metacrilato, una bailora enfundada en su bata blanca. Es lo que pasa cuando el Régimen se queda sin plata: le vemos la verdadera cara a Paulino.

FRANCISCO

ROBLES

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