Viajes-Sinde

Los ministros españoles cobran poco, eso dicen, pero viajan mucho. Y cuando viajan, incluso cuando es desde el Ministerio a su casa, no lo hacen en metro como los suecos sino en confortables berlinas oficiales conducidas por un chófer, acompañado de un guardaespaldas. Y cuando viajan en avión lo hacen como Rosa Aguilar en un «falcon» militar, o lo hacen en primera clase. Y contratan otras limusinas para que los vayan a recoger al aeropuerto y los lleven a hoteles tan caros que si ellos (o ellas) tuvieran que pagar la cuenta les daría tal patatús que no podrían dormir durante varias noches.

La ministra en funciones de Cultura, a la que le quedan doce días de estar «en funciones» para por fin dejar de estar, está sometiendo durante estos días a un concienzudo test de estrés todas las prebendas de un cargo ministerial en España con una incomprensible «turné» por México, Nueva York y Moscú, a mil euros la noche por suite. Para cuando Rajoy anuncie el día 22 en el Congreso nuevos recortes para funcionarios, despidos de interinos o devaluaciones «competitivas» de salarios en todas las empresas privadas, Sinde habrá dejado una roncha en las arcas públicas de varias decenas de miles de euros en su fabulosa gira de despedida con su séquito de seis personas. Un gran ejemplo, y en el mejor momento, para pedir esfuerzos y sacrificios a todos los españoles.

Sería mucho mejor para esta España al borde de la bancarrota que los ministros ganaran algo más y gastaran mucho menos. Que viajaran en clase turista y cogieran hoteles de cien euros. Y que enviaran sus chóferes al 061 y a los escoltas a las «misiones de paz» en Afganistán. Pero lo realmente bueno para España sería elegir mejor a sus ministros. Sinde, aparte de cara, nos salió rana. En Sevilla la recordaremos siempre por suspender la ampliación del Bellas Artes y dejársela al nuevo Gobierno. Como la ley «antidescargas». Lo que no ha dejado a su sucesor es la cuenta de gastos.