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Asaja, aliviada por dejar atrás la labor «esperpéntica» de Aguilar

«La Junta nos dice que no hay un duro y se dedica a vender humo», dice Serra

Asaja, aliviada por dejar atrás la labor «esperpéntica» de Aguilar

E. FREIRE

Ricardo Serra, presidente de Asaja-Andalucía y de Asaja-Sevilla, suele tirar del refranero y de los dichos populares, como hombre de campo que es, para analizar la situación del sector agrario. Ayer lo hizo profusamente durante la rueda de prensa de balance del año agrícola y ganadero 2011, que fue más bien un balance de Legislatura. «Marear la perdiz», «vender humo», «agua de borrajas», «quitarse las pulgas», «contar milongas»... Las expresiones referidas a los Gobiernos central y autonómico no dejan lugar a dudas. Lo que Serra quiso decir es que ni Zapatero ni Griñán han atajado los problemas del sector, ni han mantenido los compromisos contraídos por escrito con las organizaciones agrarias tras las intensas movilizaciones de hace dos años.

Según Serra, los últimos seis años se han «desperdiciado» por la mala gestión de los ministros sucesivos. Sobre la última titular, la cordobesa Rosa Aguilar, la opinión del dirigente de la principal organización agraria andaluza no puede ser más negativa: «Ha tenido la enorme virtud de hacer buenos a todos los demás ministros. Su no actuación en Bruselas ha sido esperpéntica. Su falta de sintonía con la propia gente del Ministerio ha sido un clamor», afirmó. Especialmente, se refirió a la falta de implicación de España en la reforma de la PAC durante todo un año sin mover ficha ni presentar «papeles».

De la Junta de Andalucía, el presidente regional de Asaja señaló que la única respuesta que obtiene de sus responsables es «no hay un duro». El Gobierno andaluz, dijo, se dedica a «vender humo» y «contar milongas».

El presidente de Asaja-A repasó los frentes abiertos en el sector agrario andaluz, entre ellos, el debate político sobre las transferencias del Guadalquivir a la comunidad autónoma, que han sido invalidadas por los tribunales y que, pese a ello, el Parlamento regional se empeña en reclamar. «Es como una especie de síndrome de Estocolmo. Todos los políticos se apuntan a ello a sabiendas de que no puede salir adelante. No nos importa quien tenga la batuta sino que los agricultores se rijan por un marco estable».

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