El Alamillo, el último gran puente sobre el río, cumple veinte años

Mañana, 29 de febrero, se cumplen 20 años de la inauguración del puente del Alamillo . Pero este paso sobre el río, emblemático, y que se convirtió en un nuevo icono para la ciudad con su pilono desafiando a la Giralda, no fue el único que nos legó la muestra universal. La Expo dejó a Sevilla nueve puentes que se construyeron entre 1989 y 1992: Barqueta , la pasarela de la Cartuja , el puente del ferrocarril Sevilla-Huelva , el de Reina Sofía , el del Cristo de la Expiración , el de las Delicias , el del Centenario , Itálica y el citado Alamillo . Todos ellos contribuyeron a mejorar una movilidad lastrada entonces por décadas de escasas inversiones en infraestructuras.

El río de dinero que trajo la Expo permitió la ejecución del puente de Doña Sofía, paralelo al Rey Juan Carlos ya existente, y se incluyó en la ejecución de la SE-30 para mejorar la conexión entre la zona cercana a Tablada con el Aljarafe , mientras que el del Alamillo y su continuidad, San Lázaro, facilitaron las conexiones entre el Aljarafe, la Vega y Sevilla.

En la ciudad, el levantamiento del tapón de Chapina dio luz a una dársena de Alfonso XIII que hasta entonces sólo podía cruzarse por el puente de hierro —que hoy sigue abandonado y sin uso—, el puente de Los Remedios, el de San Telmo y el de Triana .

Fue el puente de la Barqueta el primero en ponerse en servicio, en abril de 1990, aunque a él pronto se sumó la pasarela de la Cartuja, que durante las obras de la Expo se usó para que pasaran los camiones y luego fue utilizada durante años como pasarela peatonal hasta que la necesidad de mejorar el tráfico entre la isla y Torneo la abrió al tráfico hace apenas dos años. El puente de Las Delicias , que sustituyó al de Hierro, se puso en servicio en diciembre de 1990 y además de facilitar las conexiones viarias también mejoró las ferroviarias, vitales para el puerto. Meses después se puso en marcha el del Centenario, un proyecto que empezó a fraguarse en 1986 y que se modificó a lo largo de su ejecución reduciendo sus carriles, lo que hizo que, desde el principio, se convirtiese en uno de los principales cuellos de botella en la SE-30.

Uno de los últimos puentes construidos para la Expo que se puso en servicio, a final de 1991, fue el del Cristo de la Expiración del Cachorro, que comenzó a ejecutarse en 1989 cuando el «tapón» de Chapina aún existía.

El puente del Alamillo del que hoy se cumplen 20 años de su inauguración, fue el último en ponerse en servicio pero lo hizo en fecha y eso a pesar de que a mediados del año 91 sufrió un incendio en la cabeza del pilono que afectó a tres de sus tirantes, que tuvieron que ser sustituidos. En principio, este puente sobre la dársena iba a tener un gemelo, el de San Lázaro, que cruzaría el río, pero el entonces Ministerio de Obras Públicas desistió del proyecto original, que incluía una estructura similar, por su alto coste y ejecutó uno más sencillo.

Todos estos puentes facilitaron mucho la circulación durante unos años y permitieron el desarrollo de zonas de la ciudad en la post Expo, pero ya a finales del pasado siglo XX el aumento de la actividad en torno a la SE-30 y la Cartuja los dejaron pequeños y se planeó la ejecución de otros pasos sobre el río que hoy siguen en el papel.