juan eslava galán, escritor
«Los caballeros de la Edad Media tenían valores que hoy convendría rescatar»
El autor jiennense acaba de novelar la batalla de las Navas de Tolosa en «Últimas pasiones del caballero Almafiera», que presenta hoy en el Aula de Cultura de ABC

Juan Eslava Galán (Arjona, 1948) ha publicado más de sesenta libros, entre ensayos, cuentos y novelas. Apasionado de la Edad Media y gran estudioso de la Guerra Civil española, ganó el Ateneo de Sevilla por «El comedido hidalgo» y el Planeta por «En busca del unicornio». Catedrático de bachillerato, dejó la docencia por la escritura hace más de 20 años. Hoy presenta su última novela en el Aula de Cultura de ABC, que patrocinan la Real Maestranza y el Banco Sabadell.
—«Últimas pasiones del caballero Almafiera» habla del amor y la guerra. ¿Son las dos grandes pasiones del ser humano en toda su historia?
—Diría que sí. La gran pasión del ser humano es el amor y la gran decepción la guerra, pero el amor se impulsa mucho en tiempos de guerra.
—¿En cuál de las dos se suelen hacer más tonterías?
—Yo creo que en el amor, que es una especie de guerra entre dos.
—¿Es el amor lo único que enaltece nuestra doliente humanidad?
—No sólo el amor, obviamente, pero sí. También la hermandad, la fraternidad y ayudar a los demás, en vez del egoísmo que se fomenta y que se ha adueñado de todos nosotros.
—¿La frontera entre el heroísmo y la cobardía es demasiado fina, tanto en el amor como en la guerra?
—Sí, es una frontera muy definida, pero a veces se pasa de una a otra casi sin darnos cuenta, porque los polos opuestos ya se sabe que se tocan.
—¿A los que demuestran cobardía en el amor qué les suele ocurrir?
—No lo sé, pero creo que tienen una fácil salida, que es repetir.
—¿Y a los que la demuestran en el frente de batalla?
—En el siglo XIII se les mataba. El cobarde en la guerra era la cosa más afrentosa del mundo y acababan ejecutándolo para descrédito de su apellido y vergüenza pública.
—Describe en su libro la batalla de Las Navas de Tolosa. ¿Por qué cree que fue tan decisiva en el declive de la presencia árabe en España?
—Porque esta batalla hizo saltar el pestillo de Despeñaperros y a partir de entonces será relativamente fácil conquistar el Valle del Guadalquivir, que es lo que hará Fernando III.
—En esa batalla la crueldad de los contendientes fue extrema. Se alancea a todo dios y se empala a algunos contendientes hasta sacar al aire sus entrañas para dejarlos morir al sol. ¿Eso era lo normal en esa época?
—Sí. Ese comportamiento no se consideraba especialmente cruento. A los nobles por los que se podía pedir un rescate se les dejaba vivos, pero si no se les pasaba a cuchillo. Los empalamientos se reservaban sólo a los traidores.
—Un castellano del siglo XIII podía comerse a su hijo en caso de que tuviera mucha hambre porque había un fuero que respaldaba legalmente este «canibalismo filial»...
—Sí, aunque son casos muy excepcionales. En esa época había muchas hambrunas y había una ley que marcaba hasta qué punto un castellano tenía que defender su castillo y este punto era que si estaba muerto de hambre y tenía que comerse a su hijo, podía hacerlo con tal de que defendiera su castillo antes que entregarlo al enemigo.
—En esa época también se le llenaba la boca de mierda a quien robara una oveja...
—Ese castigo concretamente lo marcaba el Fuero de Navarra. Se trataba, además, de mierda humana. Son costumbres un tanto brutales, pero que en su época tenían cierto sentido para evitar los robos.
—Los llamados «derechos humanos», fueron una cosa más moderna, aunque se siguen violando en medio mundo...
—Aparecen por vez primera en la Revolución Francesa pero no han llegado a todo el mundo sino a una mínima parte, la correspodiente a la civilización cristiano-occidental.
—Sostienen algunos historiadores que hasta la I Guerra Mundial la guerra aún mantenía unas ciertas normas de honor y cortesía. ¿está de acuerdo?.
—Los caballeros de la Edad Media sólo cumplen ciertas reglas con otros caballeros y generalizando yo diría que esto se da únicamente hasta las guerras napoléonicas, no después. A partir de entonces la guerra se hace más sucia, más técnica, sin reglas.
—Se dice que los pilotos de la I Guerra Mundial aún cumplían ciertas reglas «caballarescas»...
—Es cierto, tanto los alemanes como los aliados, pero no las cumplieron durante toda la Guerra sino sólo durante los dos primeros años.
—En Las Navas de Tolosa se produjo una guerra de religión, de cristianos contra musulmanes, pero también económica. Las cosas no parecen haber cambiado mucho en ocho siglos, al menos no en las guerras...
—La religión oculta siempre muchas cosas pero en efecto en todas las guerras hay móviles económicos, la tierra y el botín.
—¿No está pasando ahora en Siria algo parecido y con un nivel de crueldad que no tiene demasiado que envidiar al de la Edad Media?
—Las guerra civiles son especialmente crueles, pero hay que advertir que Occidente no interviene en Siria porque no hay petróleo. En Libia sí lo hizo porque allí sí había. En Siria, pues, se deja que se maten entre ellos.
—¿Cuáles de las virtudes que se esperan de los caballeros del siglo XIII como la paciencia, la mesura, la facundia, la elocuencia, el ingenio, el decoro, la gentileza o la largueza cree que se dan en la actualidad?
—La Iglesia se preocupaba por civilizar de algún modo al caballero, que era una casta militar que se dedicaba sólo a la guerra. Y les inculcaba ese tipo de virtudes que se mencionan en el libro. En la actualidad la verdad es que esas virtudes están muy desvaídas. No vendría mal rescatar esas virtudes en la sociedad moderna.
—¿Y la falta de esas virtudes y de otras por el estilo puede tener algo que ver con la crisis que sufre ahora España y parte de Europa?
—En todo Occidente estamos viendo una pérdida de valores como el respeto o el amor al trabajo. En ese sentido, la crisis puede ser, entre otras cosas, consecuencia de esa pérdida de virtudes y valores personales.
—Dice uno de sus personajes que «el que a sí mismo se capa, buenos cojones se deja». ¿Es eso más o menos lo que pasa aquí con los recortes a la clase media y no a los más ricos, bancos, etcétera, que luego colocan a los políticos en los consejos de administración de sus empresas?
—Eso lo estamos viendo todos los días. El que manda siempre sale mejor librado que el que no. Los políticos, tanto los de izquierdas como los de derechas, siempre le deben mucho a los bancos y a las multinacionales.
—Corre el año 1212. El contador del Rey Alfonso de Castilla las pasa canutas para cuadrar la cuentas de la cruzada contra el moro por el despilfarro y la buena vida que se pegan los nobles y cruzados de otros reinos que se unieron a la empresa. ¿No cree que se parece mucho a lo que ha pasado a los ministros de Economía de los últimos años con las autonomías españolas?.
—En cierto modo, sí, pero ahora es bastante peor porque encima tenemos deudas que pagar.
—¿En el siglo XIII había mercados o primas de riesgo?
—Sí había mercados, pero la banca aún no estaba desarrollada porque la economía era agraria y de trueque. El dinero tenía un valor real, no era papel moneda. La banca empezaba entonces a desarrollarse en Europa, aunque en España estábamos más atrasados. Lo que síhabía era mucha usura.
—En su novela también se trata la vejez. Uno de sus personajes, que sufre de reuma, huesos secos y pérdida de vista, entre otras cosas, se pregunta si no es mejor morirse a tiempo. ¿qué le parece su idea?
—La esperanza de vida en esa época era muy corta y con 40 años uno era viejo. La ciencia médica había avanzado muy poco. El rey de Navarra, que padecía obesidad mórbida y lo pasaba muy mal, también se lo planteó.
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