Velatorio
En la plaza de la Magdalena se sueña una cruz de guía envuelta en velo morado, vapor de seda para el dolor y el escalofrío apretando las gargantas
En la plaza de la Magdalena se sueña una cruz de guía envuelta en velo morado, vapor de seda para el dolor y el escalofrío apretando las gargantas y camino que lleva hasta rincón donde la Madre vela la muerte del Hijo, ya sin lágrimas, con la vista prendida en el cielo del templo. En la calle, camino de Gólgota cumplido, ha quedado flotando el estremecimiento del crujir del cuerpo balanceándose al ser descendido de la cruz y va colándose fantasmagórico hasta la capilla ardiente de luces cuajadas en la penumbra del duelo. Fuera ha comenzado a caer la lluvia esperando el pésame de la ciudad a la Madre de Cristo. Son besos de sobrecogedoras despedidas en la casa oscura de pena de la Quinta Angustia de la Pasión.
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