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Asenjo aboga por un «respeto mutuo» entre Estado e Iglesia

El arzobispo presidió ayer la inauguración de unas jornadas sobre «Laicidad y libertad religiosa»

Asenjo aboga por un «respeto mutuo» entre Estado e Iglesia V. GÓMEZ

P. G.

El arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, presidió ayer en la Facultad de Derecho de la Hispalense la inauguración de las jornadas sobre «Laicidad y libertad religiosa», que concluirán hoy en el Paraninfo.

Monseñor Asenjo destacó la importancia y la necesidad de reflexionar sobre el uso que en la actualidad se da al concepto de laicidad, toda vez que en la sociedad española las personas que practican la religión «están activamente presentes en todos los ámbitos de la vida social».

Al hilo de los numerosos interrogantes que puede suscitar este planteamiento, el arzobispo se hizo eco de unas declaraciones de Rafael Navarro Valls, catedrático de Derecho Eclesiástico de la Complutense, en las que sostenía que la laicidad reclama que «no se confundan los planos de lo secular y lo religioso, que haya entre Estado e Iglesia un mutuo respeto de su autonomía. Hago mías estas palabras —dijo— que abogan por el respeto y el reconocimiento mutuo entre Estado e Iglesia».

Fue, precisamente, Navarro Valls quien pronunció ayer la primera ponencia de estas jornadas. En su intervención abordó diversas cuestiones, entre ellas el concepto de laicidad positiva, desde la perspectiva de una «actuación del Estado que lo que potencia es la libertad de las conciencias y no intenta atropellarnos». De aquí, según indicó, que uno de los grandes temas planteados en España y otros países sea el de la objeción de conciencia, «la protección de la conciencia de las minorías», señaló a ABC.

La ideocracia

Navarro Valls se refirió igualmente al «antimercantilismo moral», que definió como una tendencia de muchos católicos o cristianos que, «ante la agresividad del laicismo, son incapaces de poner sus propias convicciones en la bolsa de los valores humanos y se encierran en su propio núcleo, mientras la gran sociedad sigue su curso». Llamó, además, la atención sobre el ataque que representa «la ideocracia», como «forma de teocracia laicista» que, en su opinión, «hay que saber moderar».

La sesión concluyó con un tema de debate en torno a «La religión en la modernidad: ¿un mal necesario?», en el que participaron el catedrático de Filosofía de Derecho de la Hispalense Francisco Contreras Peláez y el profesor titular de Sociología de la Complutense Rafael Díaz-Salazar.

Para el profesor Contreras, se aprecian dos modelos en cuanto a la relación modernidad y religión: el europeo, «en el que la modernización conduce a la secularización» , y el americano, en el que modernidad y religión son «perfectamente compatibles». Consideró también que «la globalización parece haber beneficiado a las religiones», de forma que «el creyente típico del siglo XXI es, pues, el converso». El profesor Díaz-Salazar, por su parte, se adentró en el asunto desde la mirada sociológica, señalando que la religión juega un papel social «ambiguo», en el sentido de que, en ocasiones, «favorece el avance humanitario y otras es un serio obstáculo para el avance de la sociedad». Así, enfrentó distintas ópticas y, entre ellas, cómo «las religiones, en general, engendran integrismo, fanatismo y violencia» o cómo también «siguen siendo un bien público que ha generado identidad colectiva» y «están en la base de las grandes civilizaciones y culturas de la Humanidad».

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