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el perfil

Javier Arenas, el hombre que modernizó al PP andaluz

MANUEL CONTRERAS

Para comprender el papel que ha desempeñado Javier Arenas en la derecha andaluza basta con remontarse al modelo de partido que comenzó a dirigir en 1990: un apéndice del PP de Fraga en la que abundaban los dirigentes con perfil tardofranquistas y cuya vocación andaluza no iba mucho más allá de la banderita que se incorporó sin demasiado entusiasmo al logotipo. Un partido a años luz del PSOE en las urnas, que acumulaba fracaso tras fracaso y que no podía imaginar ni remotamente en la opción de gobernar no ya Andalucía, sino cualquier diputación. Una formación desestructurada, excesivamente dependendiente de la sede regional y sin dirigentes provinciales con opciones reales de gobierno.

Dos décadas después, Javier Arenas se marcha con la amarga satisfacción de haber ganado las elecciones pero sin poder cumplir su sueño de convertirse en presidente andaluz, una fustración acrecentada por las expectativas que generaron unas encuestas preelectorales que le abrieron las puertas del Palaco de San Telmo antes de tiempo. Deja un partido plenamente incorporado al escenario democrático andaluz, mayoritario en las zonas urbanas, que gobierna en todas las capitales de provincia y en cinco diputaciones.

Nacido en Sevilla en 1957, pasó su infancia en la localidad gaditana de Olvera e hizo el bachillerato en el colegio Claret de la capital andaluza, por cuyas aulas habían pasado unos años antes Felipe González y Manuel Chaves . Arenas es un dirigente precoz –fue conocido muchos años como «el niño Arenas» en los ambientes políticos-, ya que con veinte años era secretario general de Juventudes de UCD y con 25 años ya era concejal en el Ayuntamiento de Sevilla , en una época en la que no abundaban los concejales jóvenes.

Tras pasar por la UCD y vivir un fracaso electoral con el PDP, en 1986 es elegido diputado autonómico. Su lanzamiento en la política nacional se produce a partir de 1990, cuando se integra en el grupo de dirigentes que, liderado por José María Aznar , protagoniza el relevo de poder en el PP , siendo una pieza fundamental en el Congreso de Sevilla en el que Aznar es designado como líder del partido. En 1991 es elegido vicesecretario general del partido, y dos años más tarde recibe el encargo de Aznar de intentar terminar con la hegemonía del PSOE en Andalucía. Arenas logra unos óptimos resultados en las elecciones de 1994, situando al PP a sólo cuatro escaños del PSOE y obligando a Manuel Chaves a convocar elecciones anticipadas en 1996, en las que el PSOE logra mantener el gobierno pactado con el PA.

Con el gobierno Aznar

Tras la derrota en Andalucía y el triunfo del PP en las elecciones generales, Arenas es reclamado por Aznar para formar parte de su gobierno, siendo designado ministro de Trabajo , cargo en el que logra unos históricos acuerdos con empresarios y sindicatos de gran valor estratégico. Tras perder las elecciones generales de 2004, Arenas es enviado por su partido de nuevo a Andalucía, donde los populares habían cosechado un pésimo resultado (19 puntos por debajo del PSOE).

El dirigente popular comienza entonces una lenta pero imparable labor de remontada: en las elecciones de 2008, la distancia se reduce a menos de diez puntos a favor del PSOE; en marzo de 2009 las encuestas dan un empate técnico entre PSOE y PP y el PSOE acomete el relevo de Manuel Chaves por José Antonio Griñán ; en marzo de 2011 el PP se impone por primera vez en unas elecciones en Andalucía, con una renta de siete puntos, y en las generales de noviembre vuelve a ganar, esta vez por nueve puntos de ventaja.

En las vísperas de las elecciones autonómicas del 25 de marzo, la práctica totalidad de las encuestas otorgaba al PP mayoría absoluta en las urnas. Este dato llevó al partido a diseñar una campaña electoral de perfil bajo, en la que se rehuyó el debate televisivo con el candidato socialista, José Antonio Griñán, y cualquier enfrentamiento directo con sus oponentes. Contra todo pronóstico, el PP vio reducida su ventaja en las urnas a poco más de un punto (40,66 por ciento de los votos frente al 39,53 por ciento del PSOE), lo que se tradujo en una ventaja insuficiente de tres diputados en la Cámara (50 por 47 de PSOE y 12 de IU. El pacto entre socialistas y comunistas alejó a Arenas de su objetivo votal de presidir la Junta de Andalucía.

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