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sociedad

El andaluz rechaza la imagen que tiene fuera de la región de poco trabajador

Así lo refleja un estudio del profesor de Sociología Manuel Pérez Yruela

El andaluz rechaza la imagen que tiene fuera de la región de poco trabajador abc

antonio r. vega

El andaluz se identifica a medias con el estereotipo. Se ve a sí mismo como alegre y sociable, menos charlatán y no tan proclive a la juerga como el cliché prejuicioso que han dibujado a brochazos desde fuera. Discrepa de que no se le atribuya el rasgo de «trabajador» que se concede, por ejemplo, a los catalanes y los valencianos. Pero, ¿cómo hemos cambiado en las tres últimas décadas? El profesor de Investigación de Sociología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados, Manuel Pérez Yruela, plantea esta pregunta.

El resultado es un detallado estudio de 40 páginas, titulado «Un relato sobre identidad y vida buena en Andalucía», que realiza una radiografía sobre la identidad de los andaluces desde una doble perspectiva: cómo nos vemos nosotros mismos y cómo nos ven desde otras comunidades autónomas. Todo ello pasado por el tamiz del singular concepto de «vida buena» que tienen los andaluces, donde el bienestar y la felicidad se asocian en mayor medida que en otras regiones a los vínculos familiares o la convivencia con los amigos. Una de las paradojas que se extrae del estudio es el relativo valor que el andaluz concede al trabajo en su ideal de vida. Pese a ser «un bien escaso desde hace mucho tiempo», que tiene su origen en la estructura social y política de la comunidad, queda relegado al tercer lugar.

La respuesta a este misterio identitario puede estar en la visión dual y contradictoria que el andaluz tiene del trabajo. En la escala de prioridades de la vida este aspecto ocupa el tercer lugar detrás de la familia y los amigos. En la región con la tasa de paro más alta de Europa (36,3%) —ni siquiera en la época de bonanza económica ha bajado de los dos dígitos—, «los andaluces creemos mayoritariamente que el trabajo es una forma de realizarse personalmente (87,7%), un deber de toda persona (84,6%) y un medio para conseguir mejor posición social (80,7%)». Pero, en Andalucía nada es lo que parece. «Como contrapunto a todo esto también creemos mayoritariamente que el trabajo es sólo un medio de ganar dinero para vivir (65,7%)», señala el estudio.

Pérez Yruela llama la atención sobre esta paradoja: aunque la cifra disminuye con el nivel de formación y aumenta con la edad, es significativo que para dos tercios de los andaluces impera la idea de trabajar para vivir en lugar de vivir para trabajar.

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