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medio ambiente

Los linces nacidos en cautividad soplan sus diez primeras velas

El plan compartido por la Junta y el Ministerio de Medio Ambiente ha contribuido a salvar al felino

Los linces nacidos en cautividad soplan sus diez primeras velas EFE

josé cejudo

El 28 de marzo de 2005, Miguel Ángel Simón, actual director del programa de conservación del lince, Iberlince, cofinanciado por la UE, fue el único testigo que hace ahora diez años contempló en directo, a través de una pantalla, el nacimiento de los tres primeros linces en cautividad en las instalaciones de El Acebuche de Doñana.

Simón, que formaba parte del grupo de científicos que encabezaba la responsable del plan de cría en cautividad, Astrid Vargas, permaneció frente al televisor mientras, casualmente en ese momento, el resto del equipo tomaba un refrigerio. La hembra «Saliega», pareja de «Garfio», parió tres cachorros que recibieron los nombres de «Brezo», «Brecina» y «Brisa». «Fue muy rápido y muy emotivo», recuerda. A los pocos días, los dos primeros se enfrentaron en una pela y «Brecina» murió», mientras que su hermano resultó con heridas. «Brisa», por su parte, ha sido madre tanto el pasado año como éste.

El programa de cría en cautividad del lince ibérico se remonta al año 2002. Fue impulsado por la Junta y el Ministerio de Medio Ambiente, y en una primera fase el trabajo consistió en capturar ejemplares en dos zonas, Doñana y Andújar, teniendo como base un estudio de la Estación Biológica que establecía las pautas. Después de sucesivos emparejamientos, «Saliega» y «Garfio», ambos de cuatro años y «extraídos» de sendas camadas de Sierra Moreno, consiguieron que el trabajo de los expertos diera los primeros frutos. En los últimos años el número de cachorros ha ido aumentando sobremanera, hasta superar los 300.

Salvavidas

«La idea original no era un programa de cría en sí mismo, era más bien contar con una especie de salvavidas, porque diez años atrás la situación del lince no era demasiado buena», explica Simón. «Afortunadamente, la conservación en el campo ha ido bien, y hemos pasado de tener una especie de reserva a contar con un centro de producción de cachorros para la reintroducción».

La reintroducción comenzó en 2010 en Guadalmellato, cerca de Córdoba, y en Guarrizas. Posteriormente, gracias al nuevo proyecto LIFE que cofinancia la UE, el Iberlince, en el que intervienen Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Portugal, se han seleccionado nuevas áreas para continuar con la reintroducción, al objeto de recuperar la distribución histórica del felino. Son ya más de cien los ejemplares liberados, «por lo que el programa de cría en cautividad como soporte de la especie se puede decir que ha sido un éxito.

Reconoce Simón que el papel de Astrid Vargas, experta en especies amenazadas, fue fundamental tanto en la coordinación como en la puesta en marcha del plan. A finales de junio de 2010 presentó su dimisión. En esos momentos se esgrimieron dos razones: los recortes económicos y un «trato inadecuado» del Ministerio de Medio Ambiente de la época.

Atropellos

Los buenos resultados del plan han estado empañados por los atropellos de linces en las carreteras, que Miguel Ángel Simón considera «dramáticos» Hasta el año 2012 la medida era de tres o cuatro casos, pero en 2014 sobrepasó la veintena. «Una de las razones es que el principal alimento del lince, el conejo, sufre una mortandad tremenda» debido a que la cepa de su enfermedad hemorrágica ha mutado, a lo que se une el aumento de la población de los felinos. «En el año 2000 eran menos de 100 linces y ahora tenemos más de 300 y ocupan una mayor superficie. Por tanto, hay menos comida y los bichos se tienen que mover más, y se arriman a zonas peligrosas», como son las carreteras, lamenta Simón. «No podemos parar el mundo porque haya linces, lo que tenemos que hacer es saber convivir con ellos y colaborar evitando la destrucción del hábitat».

Por último, este experto no esquiva el debate sobre el coste que para las administraciones supone los programas para evitar la extinción de la especie de felino más amenazada del planeta. El último programa LIFE, aprobado en 2011 y con una duración de cinco años, está dotado con 34 millones. Se calcula que desde 2002 la inversión supera los 70 millones, con la salvedad de que alrededor del 60 por ciento lo aporta la UE.

Simón aclara que gran parte del dinero se destina a contratos de personal técnico «y de mucha gente que se dedica a las mejoras del hábitat, que genera empleo». El plan de cría en cautividad, no incluido en los LIFE, tiene un presupuesto anual que no llega a los 300.000 euros.

Un dinero que en opinión de Miguel Ángel Simón está plenamente justificado. «Si se hubiera extinguido el lince por no hacer nada hubieran llovido las leches, pero la responsabilidad no seria únicamente de Andalucía sino también del Gobierno de España y de la UE. Por eso la Unión Europea ha apostado por los proyectos. Hay que plantearse que el lince ibérico es un patrimonio natural único en el mundo que tenemos la obligación de conservar. Y a nadie se le ocurriría regatear fondos para conservar la Giralda, la Mezquita o la Alhambra».

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