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Las ocurrencias de «Kichi»

Los 75 primeros días del alcalde podemita de Cádiz han estado marcados por los gestos simbólicos, el bloqueo de la gestión y las rectificaciones

Las ocurrencias de «Kichi» EFE/Román Ríos

a. R. Vega

Lo primero que hizo José María González Santos , más conocido como «Kichi», nada más coger el bastón de la Alcaldía de Cádiz fue quitar el retrato del rey Juan Carlos que había presidido el despacho de la popular Teófila Martínez durante dos décadas. En su lugar, el nuevo regidor, aupado al poder gracias a un acuerdo de investidura con el PSOE, colocó un cuadro de Fermín Salvochea, un anarquista que llegó a ser alcalde gaditano en la Primera República y que se ganó el apodo del «Santo de la Anarquía» por defender la estrategia antisistema. Desde entonces, el «kichismo» se ha conducido en la gestión diaria a trompicones. Bloqueado por su propia impericia para negociar o el desconocimiento del reglamento municipal (en el último pleno ordinario hizo a los ediles levantar la mano para intervenir ), y noqueado por una oposición que no le pasa una. Los eslóganes y las ocurrencias han desplazado a las realidades tangibles. La penúltima ha sido la creación de «jurados» ciudadanos para examinar las gestiones municipales. Cuando ya ha agotado 75 de los 100 días de gracia, ABC repasa lo que ha dado de sí la «nueva política» del líder de Por Cádiz sí se puede:

Barbacoas de quita y pon

Para un mismo asunto, la celebración de las tradicionales barbacoas en la playa con motivo del Trofeo Carranza , el equipo de gobierno ofreció en un mes tres propuestas distintas, a cual más contradictoria. Primero, el concejal Adrián Martínez se descolgó planteando utilizar todo el litoral de la capital para recuperar el sentido orginal y familiar de la fiesta, que con los años había derivado en un macrobotellón. Del todo pasó a la nada. El delegado de Medio Ambiente, Manuel González Bauza , propone luego suprimir la fiesta para el próximo año. Para acallar las críticas, «Kichi» da marcha atrás y amplía el espacio dedicado a las barbacoas sólo 200 metros, prácticamente el espacio acotado por el PP. Pero el uso de la playa no es una cuestión ni mucho menos resuelta. Recientemente , el Consistorio determinó prohibir los conciertos en la playa . Hasta nueva orden.

Carranza y memoria histórica

El equipo de gobierno propuso en julio cambiar de nombre de uno de los estadios más tradicionales del fútbol español, el Ramón de Carranza, de propiedad municipal, no por una cuestión de revanchismo, según aseguró, sino para cumplir con la Ley de Memoria Histórica . Como otros gobiernos podemitas, abrió un debate sobre los posibles cambios en el callejero de la ciudad. En el caso de Carranza, argumentaba que fue alcalde «después del golpe de estado y mando militar de los sublevados durante la guerra». «Kichi», reconocido seguidor cadista, se lo pensó mejor después y aseguró que el cambio del nomenclátor no era urgente.

«Jurados» ciudadanos

Es el último invento salido de la factoría del «kichismo»: la creación de «jurados» ciudadanos ante los que la clase política deberá examinarse . Estos comités populares podrían pronunciarse, en dictámenes no vinculantes, sobre cuestiones de ámbito municipal como el reparto de los presupuestos mediante el método asambleario (una fórmula implantada en ayuntamientos por Izquierda Unida) o el pago de la deuda municipal con los bancos, que ronda los 275 millones de euros . También se propone dar cuenta a través de un portal de transparencia de los datos que vaya arrojando una auditoría encargada sobre la gestión municipal.

Piquete antidesahucios

«Ser alcalde de todos significa también mediar en un desahucio», afirmó sin vacilar González cuando sólo llevaba nueve días ocupando el despacho de la Alcaldía, una estancia que, según confesó, era más grande que su casa. Poco tardó en chocar de bruces contra el muro de la realidad. Kichi se presentó en la calle Benjumeda de Cádiz para evitar el desahucio de un matrimonio . Pero ni la presencia de la primera autoridad de la ciudad ni la efectista puesta en escena de sus cuatro concejales formando una cadena de resistencia a las puertas del edificio impidieron que el lanzamiento se consumara. No sólo la familia que vivía de alquiler fue expulsada del inmueble. Sus ediles terminaron siendo desalojados por la Policía. Protestar siempre es más fácil que gobernar.

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