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El dolor de Finito en su mejor año

El dolor de Finito en su mejor año VALERIO MERINO

POR VÍCTOR MOLINO

La Feria de Córdoba estará marcada por la ausencia del diestro por primera vez en el último cuarto de siglo

JUAN Serrano «Finito de Córdoba» está dolido. El matador, que ha desarrollado el comienzo de temporada más prometedor de los últimos años, sufre por primera vez en toda su andadura como espada el verse fuera de «su» feria taurina. Un ciclo que, en la etapa contemporánea, ha construido el propio torero, hasta la fecha santo y seña del serial.

Su ausencia de los carteles se debe a un cúmulo de circunstancias que merece la pena matizar. Finito de Córdoba llevaba haciendo el paseíllo en Los Califas un cuarto de siglo, con una media de dos tardes por año y con un balance que éxito superior a la mitad de sus intervenciones.

El torero, principal referente de la tauromaquia cordobesa desde entonces, con su triunfos y su discreciones, es el matador en activo que no sólo más veces ha hecho el paseíllo en el albero cordobés, sino que, además, es el que mayor volumen de puertas grandes acumula. Por ende, es el que más rentabilidad artística deja en su propia plaza. Así las cosas, ¿a qué se debe su incomparecencia?

Inestabilidad

Todo se resume en una respuesta: el desacuerdo entre el matador y la empresa Ramguertauro. Aunque de ella emanan varias circunstancias. La primera que, según la adjudicataria de Los Califas, el matador pide 127.000 euros por actuar una única tarde, una cantidad «difícil de asumir», señaló a ABC José Luis Núñez, administrador de la empresa.

¿Cuál es el motivo por el que Finito pide esa remuneración? Para responder a ésta habría que entender el contexto pretérito taurino de Finito. Juan Serrano lleva cinco años de inestabilidad a nivel artístico como matador. Una coyuntura extensible a muchos de sus compañeros que, de un tiempo a esta parte, apenas han reducido sus cachés. Finito, en cambio, sí lo ha hecho. El torero, por circunstancias de mera supervivencia en el escalafón, se ha visto obligado (como otros) a reducir sus honorarios por participación. Un hecho que se entiende por las circunstancias económicas que rodean a la Fiesta. Es sabido que el toreo, cuando ha entendido que generaba menos reclamo, ha adecuado su cuota de mercado, por emplear términos meramente económicos.

Esa circunstancia también la ha sufrido el matador en su propia tierra. El año pasado sin ir más lejos y, según ha reconocido el propio espada, sus ingresos por torear junto en la Feria fueron inferiores a los de sus compañeros de terna.

Otra de las circunstancias que se deduce es la falta de previsión para llegar a un acuerdo. Ramguertauro «siempre ha tenido la idea de incluir a Finito» en el ciclo, según apunta Julián Alonso, gerente de Ramguertauro. Pero esta realidad se ha visto influida por una negociación donde la presión ha sido la principal arma de ejecución. Los plazos impuestos entre las partes (Finito, su entorno y Ramguertauro) se han enfrascado en un proceso donde el tiempo parece haberse echado encima.

Cruce de declaraciones

Tanto es así, que dicha presión acabó explotando una burbuja que desencadenó en un proceso «sui generis» donde hubo una comparecencia sin precedentes en el toreo. Un cruce de declaraciones entre Ramguertauro y la propiedad del coso y hasta una vista judicial donde hubo una resolución que, finalmente, ha permitido que la empresa pueda organizar el ciclo.

Con este panorama, se presenta la feria taurina de Córdoba de 2014. Un cartel sin Finito. Una feria sin Moreno, que se borró de manera honrosa del escalafón. Un ciclo donde el único representante cordobés que hará el paseíllo a pie va a ser Andrés Luis Dorado, espada al que se le debía desde hace años una oportunidad.

La historia es si este ciclo dará como para hablar de él. Los carteles, con atractivos para el aficionado más purista, dejan en el aire un indicativo, el de la aceptación. De igual manera, plantean una duda. ¿Qué hubiera pasado si Finito estuviera? Esta cuestión tiene fácil respuesta: La feria quedaría más cerrada. La no participación de Finito deja cojo el ciclo.

Si el motivo es el económico, de la misma manera en la que el matador dejó de percibir cuantías similares a las de sus compañeros años atrás, en el presente ciclo, por la ilusión generada a tenor de un cierre de campaña (la anterior) y un comienzo prometedor de temporada, el hecho de asumir ciertos riesgos económicos colocándolo en los carteles no parece tan descabellado. Porque, en la actualidad, hay un hecho probado, y es que Finito, hoy por hoy, interesa. Y quizá, mucho más que otros años. Ahí está el problema.

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