LA TRILLA
Alcoholismo fermentado
El anteproyecto para evitar el consumo en menores ha revuelto al sector de las bebidas
EL documento de trabajo sobre el Anteproyecto de Ley de Prevención del Consumo de Bebidas Alcohólicas por Menores y sus Efectos ha revuelto al sector de las bebidas de fermentación, es decir, al vino, la cerveza y la sidra. Esta situación es similar a la que se vivió hace casi siete años cuando ya se propuso equipararlas con las destiladas. Después de un apasionado debate social, terminaron siendo reconocidas como alimentos. Parte de la sociedad española no llegó a entender esta diferenciación, al valorar que la existencia o no de alcohol es el nudo gordiano, no la graduación o el proceso de obtención.
El sector defiende que el no consumo de alcohol entre menores es un objetivo social regulado que debe hacerse cumplir. Para ello hay que forzar la observancia de las normas, perseguir a los comercios que las despachan a menores y actuar contra los menores que lo incumplan, incluso a través de la responsabilidad indirecta de sus progenitores. La importancia estratégica del sector es un factor clave que obliga a ser muy riguroso en el análisis. En este sentido y dado que ya es la segunda vez que la sociedad se enfrenta a este debate, no estaría de más que la Administración acreditara con datos concretos la relación directa entre las diferentes bebidas y el alcoholismo, tanto en menores como en adultos.
Son mucho más efectivas las estrategias informativas, educativas y preventivas que las meramente sancionadoras o muy restrictivas. Un ejemplo lo tenemos en los países del norte, donde una gran parte de la población es abstemia, pero otra buena parte de la que bebe lo hace de manera abusiva, sin haberse generalizado un término medio de consumo regular y moderado. Un contexto muy diferente al mediterráneo, donde el vino y la cerveza forman parte de nuestra cultura gastronómica y social.
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