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LA FONTANA DE ORO

PEDRO SÁNCHEZ, PARTIDO A PARTIDO

FÉLIX MADERO

Que sin estar en la Ejecutiva ni en el Comité Federal pueda ser el nuevo hombre del PSOE resulta milagroso

ENTREVISTÉ al viejo socialista Ramón Rubial cuando Joaquín Almunia y José Borrell pretendían el liderazgo del PSOE. Ya saben la historia: el primero era el hombre del aparato, y perdió; el segundo, el de las bases, y ganó, pero terminó perdiendo. Pedí opinión a Rubial y me dijo: «A mí esto –dijo “esto”, sí– de las primarias no me gusta nada, nada». Era normal. Los secretarios generales nacían del aparato y amparaban al aparato. Era la tradición de un partido centenario que funcionó durante la dictadura a espaldas de una militancia escasa y ausencia de simpatizantes. Han pasado unos cuantos lustros y, aunque los socialistas se dejan algunos pelos en la gatera cuando afrontan un periodo de primarias, siguen en ello con determinación. La experiencia dice que es y será la mejor manera de elegir a un líder. Tan seguro estoy, que el próximo partido que las hará será el PP. No queda otro remedio. Hace falta mucha fe y disciplina para militar en un partido en el que solo notes tu pertenencia cuando el banco pasa el recibo mensual al cobro.

En una semana, y a falta de la ratificación del congreso extraordinario, el PSOE tendrá nuevo secretario general. Hay dudas de que decir secretario general sea lo mismo que decir líder, y que decir líder sea lo mismo que tener el poder para cambiar a un partido embotado en las ideas, desnortado en sus movimientos y agotado ante la mirada escrutadora de los que un día le votaron y hoy tienen dudas para hacerlo. De los tres candidatos Pedro Sánchez me parece el más estimable. Tengo por Eduardo Madina respeto y consideración, y tengo para mí que el largo tiempo pasado a la sombra del aparato ha terminado por contaminarlo con el virus que ha acompañado a la última dirección: la ambigüedad. La entrevista que Gabriel Sanz hizo ayer en ABC a Sánchez es la declaración de un socialista que expone sus ideas con claridad y sin complejos. Está en la moderación, en el respeto a las formas, en colocar a su partido en la ejemplaridad ahora que todo el mundo recela. Guardaré la entrevista en la carpeta que todo periodista tiene por si un día hay que recordar lo que se dijo y terminó en el olvido.

Que alguien que no está en la Ejecutiva ni en el Comité Federal pueda ser el nuevo hombre del PSOE resulta milagroso en unas estructuras que recuerdan más el pleistoceno político que los tiempos actuales. Se agradece que el aspirante hable claro, sobre todo porque ha sido la falta de claridad la que ha dejado al PSOE para el arrastre. Y como ciudadano me tranquiliza que Pedro Sánchez no tenga dudas en lo tocante a la soberanía y la igualdad. Y si gana, que no olvide la advertencia de Felipe González: un liderazgo débil convertirá al PSOE en un partido con cuarenta diputados. Ni le interesa a Pedro Sánchez ni le interesa a Rajoy. Y a quien menos, y con el respeto debido a la mayoría de formaciones, a España.

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