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Ladridos que salvan vidas

El terremoto de Turquía fue la primera vez que un grupo de bomberos de la Diputación participaba en una gran catástrofe

POR SANDRA NÚÑEZ

Turquía, 1999. Paquistán, 2005. Perú, 2007. Haití, 2010. Chile, 2010. Estas fechas y países tienen en común haber sido escenario de una catástrofe natural y también que en todas ellas han participado los equipos caninos de la Unidad Canina de Rescate (UCR) del Consorcio Provincial de Bomberos. El terremoto de Turquía fue la primera vez que un grupo de bomberos de la Diputación participaba en una gran catástrofe. La experiencia hizo que «nos diéramos cuenta de que existían ciertas deficiencias a la hora de poner en práctica las fases de búsqueda y localización de víctimas», explica Antonio García, primer coordinador de la UCR y bombero del parque de Puente Genil.

Comenzó así la creación de la Unidad Canina de Rescate, que fue oficializada en 2005 y que cuenta con doce bomberos y diez perros.

La UCR realiza prácticas semanales en la que alterna las dos especialidades: búsquedas en grandes áreas y en escombros. Los bomberos son guías caninos y especialistas en «intervenciones en tareas de estabilización de edificios colapsados, rescate de víctimas, primeros auxilios, rescates en altura, desescombro» destaca García.

Los perros han pasado por un periodo formativo previo que «dura aproximadamente un año». Algunos son criados por sus guías, otros donados y «otros los hemos recogido de protectoras y perreras». Por sus instintos primarios, cualquier perro puede formar parte de la UCR, pero algunos son descartados por su tamaño o por su instinto cinegético.

Trabajo altruista

El método de enseñanza que se sigue para los perros en la búsqueda en escombros es el «método Arcón». Se trata de la técnica con más garantías en la búsqueda de personas sepultadas con vida no visibles y con el que el perro «trabaja al 100% de motivación, concentración y autonomía», explica el coordinador.

El entrenamiento y la formación de los miembros de la unidad se realiza en «su tiempo libre y de forma altruista, al igual que muchas maniobras e intervenciones reales», aclara Antonio. «No importa lo que estemos haciendo en el momento en el que se nos moviliza. Lo dejamos todo y nos ponemos en marcha. Para nosotros este es el mejor trabajo del mundo y nuestras familias nos apoyan y comprenden, porque llegar a una catástrofe y encontrar una persona con vida es una sensación inexplicable».

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