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RELIGIÓN

El obispo afirma que la «Iglesia no quiere privilegios, sino servir a la sociedad»

En su carta semanal reprocha que se la presente como «algo nocivo»

El obispo afirma que la «Iglesia no quiere privilegios, sino servir a la sociedad»

ABC

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha afirmado que, a pesar de los constantes mensajes que se lanzan «acerca de los privilegios de la Iglesia», lo cierto es que «la Iglesia no quiere privilegios, ni pretende ser tratada mejor que nadie», pues «quiere someterse a las leyes comunes y servir a la sociedad y a la persona», ya que «lo único que pretende es poder ejercer la misión que Cristo le ha encomendado, y poder hacerlo en libertad».

En este sentido y a través de su carta semanal, recogida por Europa Press, Demetrio Fernández ha señalado que la Iglesia está cumpliendo con su cometido, es decir, «atender a los necesitados, compartir con el que está solo o no tiene para comer, vendar heridas que nuestra sociedad produce y no es capaz de restañar», con el fin de «dar esperanza, pero no con palabras huecas, sino con hechos».

Ello es así, según ha precisado el obispo, porque «la Iglesia no aspira a otra cosa que a parecerse a Jesucristo», el cual «no vino a ser servido, sino a servir». Sin embargo, «es constante la acusación de que la Iglesia busca privilegios y se aferra a sus propios intereses en perjuicio de la sociedad», siendo presentada «como algo nocivo, como un parásito que hay que evitar o a lo sumo hay que tolerar».

Ante esto, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández ha argumentado que «las sociedades modernas tienen capacidad de organizarse por sí mismas, y esto es algo muy bueno», pues ya «no estamos en el Medioevo, en el que la sociedad necesitaba todavía de la tutoría de la Iglesia para gobernarse en los asuntos temporales» y, de este modo, «hoy la Iglesia y el Estado son entidades autónomas, que merecen el respeto recíproco de una y otro, con la autonomía propia de cada uno. Pero la Iglesia sigue teniendo una misión que no puede ser ignorada ni marginada».

«En el fondo, la cuestión fundamental es si lo religioso, y más concretamente lo católico, tiene un lugar en la vida pública o, por el contrario, todo sentimiento religioso debe quedar en lo escondido de la conciencia, sin ninguna manifestación pública, con una actitud casi vergonzante».

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