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DESDE SIMBLIA

¿Zapaterismo bis?

Pedro Sánchez está en su derecho de ejercer su liderazgo en el PSOE como crea oportuno, pero eso no le exime de cumplir los acuerdos pactados

JOSÉ CALVO POYATO

PEDRO Sánchez, el nuevo secretario general del PSOE, acaba de estrenarse con su primera decisión política: ha dado instrucciones a los eurodiputados socialistas españoles de votar en contra en la elección del presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Juncker. Esa decisión significa considerar papel mojado los acuerdos alcanzados en Europa entre populares y socialistas para que Martin Schulz ocupara la presidencia del Parlamento Europeo y Jean-Claude Juncker la presidencia de la Comisión.

La decisión del recién estrenado líder de los socialistas españoles recuerda mucho a la de Zapatero nada más estrenar la presidencia del gobierno. Entonces, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, retiró las tropas españolas de Irak. Muchos años después el propio Zapatero ha manifestado su preocupación cuando el presidente de los Estados Unidos le trasladó su malestar por haber tomado esa decisión de forma unilateral y sin respetar los acuerdos alcanzados. No entro a valorar esos acuerdos, pero sí a que el incumplimiento de Zapatero de lo acordado por Aznar supuso para España un purgatorio cuyas consecuencias ni siquiera conocemos. Supongo que el presidente de la Comisión Europea se sentirá también muy molesto con la decisión del nuevo secretario general del PSOE de que sus eurodiputados votaran en contra de su elección, cuando estaba pactado que la apoyarían. Zapatero trató de justificar su decisión ante Bush señalando que era lo que la gente quería. Ese populismo, acompañado de otras habilidades mostradas durante su presidencia, colaboró a dejar a la España que disputaba la Champions League de la economía mundial hecha unos zorros. Sánchez, hasta donde sabemos, ha justificado su decisión porque no está de acuerdo con las políticas económicas preconizadas por Juncker. Pero no ha valorado que los socialistas españoles en el Parlamento Europeo no habían mostrado reticencias a firmar ese acuerdo.

No creo que el argumento fundamental para criticar la decisión de Pedro Sánchez sea el utilizado por Arias Cañete cuando señala que los socialistas han votado junto a los antisistema, los euroescépticos o la ultraderecha los cuales han negado el voto a Juncker. Arias Cañete sabe que la política hace extraños compañeros de viajes. Lo verdaderamente importante de esa decisión es la imagen que ha proyectado en Europa el nuevo dirigente del PSOE. La prueba evidente está en las declaraciones realizadas por Ramón Jaúregui en su condición de eurodiputado socialista, un político bregado en Bruselas, al señalar la incongruencia que ha supuesto ese voto en contra de Juncker. Pedro Sánchez está en su derecho de ejercer su liderazgo en el PSOE como considere más oportuno, pero eso no le exime de cumplir con los acuerdos pactados. Se presenta, según sus propias palabras, para liderar el proyecto de un partido con vocación de gobierno en España, y sin duda el PSOE lo es. Pero el máximo dirigente de un partido con esas aspiraciones debe inspirar la confianza que da el ser cumplidor de lo acordado.

Su juventud, como una virtud (?), su belleza, que recuerda el talante de otro tiempo, y su primera decisión recuerdan mucho a Zapatero y al zapaterismo. Ya sabemos cómo terminó todo aquello. Esperemos que su primera decisión sólo sea fruto de la euforia del triunfo y no el anuncio de lo que al PSOE se le puede venir encima.

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