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LA HORA DE LA VERDAD PARA PUTIN

El camino escogido por el régimen ruso es el peor de todos, sencillamente porque Putin no está pensando en Ucrania, sino en su idea de la gran Rusia

A medida que se van conociendo nuevos detalles, los indicios sobre lo que realmente sucedió y las evidencias de lo que ocurre en Ucrania oriental acorralan al Kremlin. El derribo del avión de Malaysia Airlines por un misil tierra-aire es un episodio que –al menos para Occidente– marca el límite de lo que no se puede defender bajo ningún concepto, porque es un hecho que convierte el mundo en inhabitable y a todos los ciudadanos en rehenes. No hay ningún argumento para justificar el asesinato de casi trescientas personas inocentes, ni es algo, de carácter accidental, que pueda quedar impune.

Desde la invasión de la península de Crimea quedó de manifiesto que Vladímir Putin lo tenía todo planeado, porque aquellos ejércitos –sin símbolos ni emblemas– no se pueden organizar a partir de la nada y de un día para otro. Cualquier acontecimiento que haya sucedido en el este de Ucrania no le ha sido ajeno en absoluto. No es culpa de los viajeros que esperaban llegar sanos y salvos a Kuala Lumpur que la calidad técnica y moral de los aliados de Putin en sus planes de resurrección del imperio ruso sea tan desastrosa. Provoca escalofríos pensar hasta dónde podrían ser capaces de llegar –en medio de esta combinación de desorganización de un país fragmentado como Ucrania y la perversidad del régimen ruso– si alguien decidiese aumentar la potencia de las armas que manejan estos supuestos combatientes espontáneos.

Nadie puede negar que hay un problema –la quiebra con la minoría rusa– que Ucrania arrastra desde su independencia, ni tampoco hay dudas de que el camino escogido por el régimen ruso es el peor de todos, sencillamente porque Putin no está pensando en Ucrania, sino en su idea de la gran Rusia. Lo sucedido con el vuelo MH17 es la prueba de que si Putin lograse llevar a cabo sus planes las consecuencias no solo serían nefastas para pueblos como Ucrania, sino para todo Occidente. En las próximas horas, con la investigación del derribo del avión y la recuperación de los restos de los pasajeros, todas las partes tienen que enseñar sus cartas. Especialmente los rebeldes prorrusos están obligados a comportarse tal como les exige la comunidad internacional, porque esta es la última ocasión que tienen para evitar el aislamiento más deshonroso de su principal aliado. Moscú debe utilizar su influencia, que la tiene, y mucha, para que se conozca toda la verdad, sea la que sea. La Unión Europea también debe mostrar sus cartas y sus armas. Después de lo ocurrido, no tiene argumentos para seguir retrasando la adopción de sus más duras medidas de castigo.

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