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El petróleo: los intereses creados ¿Molt honorable?

MIGUEL CÁMARA

El asunto del petróleo en Canarias hace pensar que las razones que el presidente del Gobierno canario esgrime en contra del crudo guardan poca relación con lo que subyace detrás del problema. Vamos a ver: el presidente Paulino Rivero fue partidario del mismo mientras estuvo en la oposición, al extremo de anunciar que su extracción sería un hecho por encima de todo, y que nada lo detendría. Pero, de pronto, hubo algo que le detuvo; ese cambio de actitud obliga, forzosamente, a un gobernante a dar explicaciones al pueblo, ya que el petróleo caerá sobre todos, pero extraído ahora por Marruecos. Siendo ya presidente, hizo varios viajes a Rabat para entrevistarse con el Rey de Marruecos. De pronto, se posicionó en contra del crudo. Marruecos decidió, también de pronto, llevar a cabo la extracción, recogiendo así el testigo que abandonó el presidente en su carrera hacia el centro de la bolsa extractiva. Desde entonces, el presidente canario se niega a la explotación del petróleo, diciendo, incluso, que su extracción hipotecaría el futuro del pueblo canario, y otras frases similares que indican el enorme riesgo por hacer ahora lo contrario de lo que rectamente pensaba. Pero no ha dicho una sola palabra en contra de la extracción del petróleo por parte de Marruecos, ni critica esa decisión, cuando concurren idénticas circunstancias para las islas, con independencia del país que perfore el subsuelo; la única diferencia estriba en el riesgo, que es ahora mucho mayor para Canarias al dejar en manos del país vecino la responsabilidad de las perforaciones, que nunca satisfará los perjuicios que pudieran causar sus vertidos incontrolados. Para un presidente que sabe ejercer su responsabilidad, la extracción directa del petróleo, al margen de los beneficios o perjuicios (que no se trata de eso en este caso concreto) debería ser un acto de defensa del pueblo canario, a fin de no abandonar a los ciudadanos en manos de terceros. Jamás pudo imaginar el Rey alauí que tendría un aliado y defensor de su proyecto como lo tiene en la persona del presidente de Canarias.

En pleno debate nacionalista catalán hemos conocido que uno de sus más egregios representantes, el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol, poseía cuantiosos fondos bancarios ocultos en paraísos fiscales. Así lo ha manifestado el hasta hace cuatro días molt honorable a través de un comunicado emitido el pasado jueves. En dicho escrito, el señor Pujol ha justificado dicha actuación con argumentos tan inconsistentes como que «en los últimos 34 años no había encontrado el momento adecuado para proceder a la regularización de sus fondos, procedentes de una herencia de su padre». Y lo peor de este tema no es esta pobre –única situación que debe admitir ese calificativo en su familia– justificación del octogenario médico, sino el origen presuntamente delictivo de su fortuna, vinculado al cobro de comisiones ilegales mientras ejercía el máximo cargo de la Generalitat –durante veintitrés años– y de su partido, CiU. El tono autoinculpatorio de la declaración de Pujol, ahora que los informes de la UDEF y las posibles consecuencias judiciales rondan su entorno familiar, persigue exonerar de cualquier responsabilidad legal a sus siete hijos y esposa, casualmente todos ellos titulares y beneficiarios de esas cuentas bancarias opacas. Y yo le pregunto al ex molt honorable y a los representantes de su partido: ¿Espanya ens roba, o quizás usted y su formación política han robado a todos los españoles?

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