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Médicos de todo a veinte duros

Determinadas políticas salariales son directamente suicidas. La de los médicos que realizan relevos en el Servicio Andaluz de Salud es una invitación directa a malgastar el talento

POR RAFAEL RUIZ

EL conocimiento público de cómo funciona la bolsa de trabajo del Servicio Andaluz de Salud ha generado, a raíz de su divulgación en este periódico, no poco espanto por quienes han tenido acceso a los datos que, por qué negarlo, resultan bastante bochornososos. Según los hechos denunciados por las entidades de representación profesional, el primer empleador de doctores de la comunidad autónoma —esto es, la Junta— ofrece contratos de movilidad geográfica (un señor de Córdoba se traslada a Almería, por ejemplo) para puestos de relevo que suman el exorbitante salario de 400 euros al mes, que es un tercio de lo que viene a cobrar un parlamentario andaluz en dietas. Por cierto, que las perciben —los diputados, digo— incluso cuando no hay periodo de sesiones. Que no decaiga la fiesta.

Pues bien, resulta que el médico puede resultar multado con 90 días de exclusión de la bolsa de trabajo si se produce la negativa de trabajar en el momento en que se es llamado. Aunque las condiciones, como la duración del contrato, sean tan exiguas que el coste de trabajar sea mayor que el salario recibido.

La conclusión, dicen los representantes del sector sanitario, es que los mejores, los más capacitados, hacen las maletas y se van. Trabajar en cualquier país europeo, y más aún en no pocas comunidades autónomas, resulta no ya más rentable sino directamente digno. En la edición digital del periódico, publicamos el testimonio de una joven doctora sevillana. Harta de recibir migajas, decidió emprender una nueva vida profesional en el sistema público francés. Aquí cobraba unos pocos cientos de euros. Allí, 10.000 euros al mes. Es fácil imaginar dónde se encuentra más valorada.

Cualquiera ha escuchado a los médicos relacionados con el SAS —o con las sociedades instrumentales del mismo— quejarse amargamente de la política de retribuciones de la sanidad pública. No son exactamente una excepción. Profesiones sensibles como los docentes universitarios han planteado sus demandas en este aspecto de forma que el nuevo rector de la Universidad de Córdoba, José Carlos Gómez Villamandos, ha establecido como objetivo de mandato que no haya sueldos por debajo de los 1.000 euros en la plantilla de la institución docente.

Contra lo que pudiera parecer, este no es un tema menor. Formar a un médico especializado, a un profesional de determinadas ramas de la ciencia, es tremendamente caro. Los contribuyentes realizamos un esfuerzo económico proporcional al que realizan los estudiantes en formarse. El pacto es, si se quiere, tácito. Nosotros abonamos parte de lo que cuestan sus estudios a cambio de que ellos nos curen cuando enfermamos. Y todo ese trabajo se esfuma por la vía de unas condiciones laborales tales sobre las que la única alternativa válida es la emigración. Un drama que está ocurriendo en profesiones directamente relacionadas con la gestión del conocimiento, que es el único futuro razonable de un país.

El capital humano es eso que se utiliza por parte de las instituciones públicas para hacer campañas de propaganda. La Andalucía imparable y todas esas vainas. Y frente a la magnanimidad de los anuncios oficiales, del surrealista «agit prop», la realidad es que ofrecer contratos de 400 euros a alguien que tiene responsabilidades sobre la vida humana no es lógico, ni sano, ni razonable. Más aún cuando existen severas sospechas de que se ha renunciado a reordenar el gasto público para mantener una extensísima zona de sombra administrativa en aras a la política de partido y a los millonarios intereses creados.

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