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Los Pujol, una saga de defraudadores

CARLOS LUIS RUIZ ALCAIDE

El reconocimiento implícito por Jordi Pujol, el que fuera presidente de la Generalidad catalana, de su fraude fiscal durante 34 años, ha sacado a la luz los precedentes y reavivado los recientes casos de la familia en el campo del fraude y la evasión fiscal. Florenci Pujol, el padre del «arrepentido», ya fue condenado en firme por evasor fiscal en el año 1959 y su nombre publicado en el BOE, para conocimiento de todos. De los hijos del expresident, Jordi Pujol Ferrusola está imputado por blanqueo de capitales y fraude fiscal, y en septiembre tiene cita con el juez para que explique, entre otras cosas, esa costumbre suya de llevar los dineros a Andorra con tanta asiduidad. Oriol Pujol está imputado en el caso de las ITV y diversas comisiones ilegales, lo que le ha obligado a dejar todos sus cargos públicos y abandonar la política activa. Josep Pujol ha regularizado hace poco parte del dinero, —la policía dice que hay más—, que tenía en paraísos fiscales. De Oleguer Pujol, coincidiendo con el arrepentimiento de su padre, se ha sabido que se le está investigando en relación con un fraude inmobiliario valorado en 3.000 millones de euros. ¡Vamos, una autentica saga de defraudadores y evasores fiscales! ¡Tres generaciones engañando al fisco, y llevándoselo crudo por la cara! ¡Resulta grotesco que sea un Pujol, Oleguer, el que pasa por ser el inventor del lema «España nos roba»! Papá Pujol pretende salvar a sus hijos con cargo a la herencia del abuelo echándose él todas las culpas, pero ni siquiera dice cuál era el montante de esa supuesta herencia tan fabulosa. Y afirma, con gran desfachatez, que en 34 años no había encontrado el momento oportuno para regularizar legalmente sus fechorías. De esos 34 años, durante 23 simultaneó su condición de defraudador con la de molt honorable president. ¡Insólito! Ahora ha renunciado a todos sus privilegios, cargos, reconocimientos y retribuciones públicas. ¡Qué menos! Él sabe perfectamente que a sus 84 años no va a pisar la cárcel, y en cuanto al dinero, seguro que al final no devolverá ni la mitad de lo que ha amasado en 34 años. ¡Lógico, que no hubiera encontrado antes el momento adecuado para arrepentirse!

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