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VALSEQUILLO

Grava y arena para la frontera extremeña

La Junta de Andalucía no ha terminado las obras en la carretera que une Valsequillo con Monterrubio de la Serena, en Badajoz

Grava y arena para la frontera extremeña valerio merino

Rafael Aguilar

Si Andalucía es de verdad imparable, hay sitios en los que encalla. En el término municipal de Valsequillo, por ejemplo. En la frontera entre Córdoba y Badajoz, entre las comunidades autónomas de Andalucía y Extremadura. Justo de esa localidad del Guadiato nace una carretera que no es una carretera, sino una pista de grava que alcanza los doce kilómetros de longitud hasta que va a darse con el río Zújar, que suele bajar caudaloso cuando hay época de lluvias para dejar claro que es el límite natural entre las dos provincias vecinas.

A partir de allí, y a lo largo de los otros diez kilómetros que hay hasta Monterrubio de la Serena, la primera localidad extremeña a la vista, la carretera ya sí que es una carretera. Con sus arcenes y todo. La construyó el Gobierno regional con sede en Mérida hace cinco años, cuando el tramo que le corresponde a la Junta de Andalucía ya estaba en obras. De las máquinas no hay noticia desde hace meses, por más que permanezcan los carteles que indican que hay trabajos en marcha.

«Se fueron sin acabar. Porque la empresa decía que se le terminó el dinero, que la Junta había recortado el presupuesto. Así que estamos como estamos, teniendo que dar un rodeo del doble de kilómetros por Peraleda, por Belalcázar o por Cabeza del Buey para poder llegar a Monterrubio», explica Pedro Manuel Muñoz, concejal del PP en la localidad del Guadiato en la que el PSOE ha gobernado en el Ayuntamiento desde que el tiempo es tiempo. «Y ni por ésas nos hacen caso en Sevilla...», lamenta Muñoz.

La carretera en cuestión se llama A-3278 pero nadie la conoce con ese nombre en el pueblo, sino como «la carretera de las elecciones». Un paisano explica el porqué en la barra del bar del centro del municipio. «No hay campaña, ya sea municipal, autonómica o para las generales, en la que no se deje caer por aquí un político que diga que va a traer dinero para la carretera», indica un vecino. En la plaza están colgadas ya las guirnaldas y el escenario preparado para el baile de las fiestas de finales de agosto.

Si algún vecino de Monterrubio quiere acercarse a bailar al son del conjunto tendrá que hacer no menos de cincuenta kilómetros por alguna de las rutas alternativas a la carretera que no es carretera -al menos en su primera mitad-. «Haces el doble de kilómetros que si la autonómica estuviera en condiciones, pero al menos no le haces polvo los amortiguadores al coche, que ya hay que tener valor para meterse por ahí», se extiende el camarero del céntrico bar de cañas y desayunos.

No exagera ni un pelo. De hecho, en los doce kilómetros que registra el marcador electrónico del coche desde la salida de Valsequillo al puente del río Zújar no hay quien eche menos de media hora. Y larga. Circular a más de treinta kilómetros por hora es una temeridad, pues el piso está herido de socavones. El traqueteo del turismo es un augurio de que, quizás, no será sencillo que pase la próxima revisión de la ITV. Apenas se cruza uno con dos vehículos en todo el recorrido hasta el paso fluvial. Doce kilómetros y solo un par de todoterrenos por compañeros de viaje. En el primero viaja una pareja de agentes de la Guardia Civil. En el segundo, el dueño de una explotación ganadera de la zona, que mira a los ocupantes del turismo con un cierto gesto de extrañeza.

Se trata de una consecuencia perniciosa de la paralización sine die de las obras de la vía que corresponde a la Administración autonómica andaluza. Hay otras. «Esa carretera es la comunicación natural, la más sencilla, la más rápida, la más directa, entre el Valle del Guadiato y el Valle del Serena, o dicho de otra manera, entre Andalucía y Extremadura por esta zona del norte de la provincia de Córdoba», añade el representante del PP en la localidad, cuyo exiguo censo registra solo a 300 personas. Con el alcalde no fue posible contactar para la elaboración de este reportaje.

«Los grandes damnificados de esta situación no solo somos nosotros, los vecinos de Valsequillo, porque hay que incluir a los de Monterrubio y sus municipios de influencia, que podrían venir a hacer compras a Peñarroya, como hacemos nosotros, si la carretera estuviera como tendría que estar, y que ahora tiran hacia el norte, hacia la zona de Castuera o La Coronada», suscribe.

La única duda que ha despejado la Junta de Andalucía sobre la A-3278 es que no tiene final. «Tantas veces nos han dicho que la van a acabar, tantas máquinas hemos visto entrar y salir que ya no nos creemos nada de lo que nos cuentan», declara una vecina cuya casa se sitúa muy cerca de la cabecera de la actual vía de grava. Aunque las cifras bailan según la fuente consultada, es un hecho que el Gobierno andaluz ha liberado en los últimos años al menos siete millones de euros en unas obras inacabadas que, por el momento, han desechado la posibilidad, escrita en los planos del proyecto, de construir un paso a nivel por la vía férrea Córdoba-Almorchón, que atraviesa la carretera en su tramo más próximo a Valsequillo y por la que transitan tres trenes diarios.

El enfado de los vecinos es tal que no conoce colores políticos. La Diputación, por ejemplo, ha aprobado ya una moción por unanimidad para pedirle a la Junta que concluya esta infraestructura. Por el momento, la única noticia es que la carretera sigue en vía muerta.

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