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Pujol y los andaluces

No hace mucho decía Pujol de los andaluces que (entonces sin ninguna clase de «dolor» por el insulto) «el hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido, generalmente poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad y muestra de menor valor social y espiritual de España». Entonces, como digo, no sentía dolor por el insulto, «dolor» que dice siente ahora, más falso que su propio comunicado del pasado 25 de Julio, que no es fruto de su arrepentimiento ni su «dolor», sino del acoso policial que, más temprano que tarde, descubriría todo el tinglado familiar para enriquecerse. El famoso 3%, el acaparamiento cargos y puestos para el clan, y la evasión de millones de euros en billetes de quinientos en bolsas con destino a paraísos fiscales. Para colmo, aparte de no declarar la herencia de su padre, que con sorpresa conocía la hermana, se acoge a la amnistía sin ningún «dolor» para pagar menos. Él que critica la falta de valor social y espiritual de España de los andaluces. Qué puede decir este defraudador nato contra los andaluces, con qué cara se permite despreciar e insultar, de qué ignorancia habla. Tal vez esa ignorancia, bastante menos de la que habla, y esa hambre, se deba a que toda España, incluida Andalucía, a través de los distintos gobiernos y regímenes, han destinado a Cataluña los recursos de todos. Pero ya que habla de incultura ha de saber que de Andalucía han salido grandes hombres, en la ciencia, las artes, las letras y la cultura; varios son los premios Nobel andaluces, de Cataluña ninguno. El andaluz tiene un sentido amplísimo de comunidad, es solidario, y por donde ha ido, con su saber y su trabajo, ha dado muestras de su valía y su honradez; en Cataluña y en países de nuestro entorno cuando se ha visto obligado a emigrar; y siempre español y patriota.

También decía que «si por la fuerza de su número llegase a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña e introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad». No se puede ser más miserable, más aún después de que se haya descubierto su pastel, que sabiéndolo y escondiéndolo, se permitía insultar. El andaluz ni es anárquico ni es nada de lo que lo acusa su vil y miserable verborrea. El andaluz es cumplidor de las leyes y de la Agencia Tributaria, («listos» como él no faltan desgraciadamente por toda España) honrado y cabal, no dice «España nos roba» ni menosprecia ni minusvalora a ningún territorio ni ciudadano español; un hombre íntegro. Aprenda a ser español y catalán, respetar a sus semejantes, a ser solidario y contribuir como todo quisque. ¡Vivales!

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