SÁNCHEZ NO DEBE APLAZAR LAS PRIMARIAS
EL secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se presenta a sí mismo como motor del cambio en la forma de hacer política en España, pero la decisión que ha tomado de aplazar las primarias en su partido a julio de 2015, parece una prolongación del peor hábito de los políticos: no cumplir los compromisos asumidos. En el debate que mantuvo con los otros candidatos a la secretaría general del PSOE, Pedro Sánchez ratificó el mes de noviembre para la celebración de primarias que su convocatoria iba a ser una de sus primeras medidas como máximo responsable de los socialistas. Poco le ha durado el compromiso. Tampoco respetó el pacto de sus colegas europeos en Bruselas, para elegir, con el consenso de los conservadores, a los presidentes de la Comisión y de la Eurocámara. Así es muy difícil representar un nuevo estilo de política y ganarse el crédito de unos ciudadanos que están muy hartos de palabras que no su cumplen.
El trasfondo de este aplazamiento es la intención de Sánchez, legítima si se hubiera planteado desde el principio, de garantizarse la designación de candidato después de unas elecciones autonómicas y municipales en las que confía que el Gobierno de Rajoy perderá buena parte de su poder territorial. Pero no está escrito que lo que pierda el PP lo gane el PSOE, vista la amenaza que la izquierda de siempre y la emergente representan para los socialistas, por lo que la apuesta de Sánchez es demasiado voluntarista. Habría sido mejor que hubiera expuesto sus planes desde el principio, presentándose a la elección de secretario general con el reconocimiento de que también aspiraría a la de candidato del PSOE a La Moncloa y, sobre todo, desvinculándose del calendario que le venía dado por la anterior dirección del partido. Para desterrar los malos hábitos de la política, la primera obligación de un político es hacer fiable su palabra.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete