El proyecto del nuevo Centro de Ferias y Congresos divide a los arquitectos
Francisco Daroca y Giménez Soldevilla destacan su belleza, «ligereza» y «eficacia»
Desde auténticas pasiones, pasando por una fría indiferencia y llegando al rechazo más contundente, diferentes arquitectos de prestigio de la ciudad han opinado sobre las características técnicas del futuro Centro de Exposiciones, Ferias y Congresos (CEFC) que se va a ubicar en el edificio del actual Pabellón del Parque Joyero y que entrará en funcionamiento a finales de 2016, tras una inversión que llega ahora a los 14 millones de euros.
Entre sus defensores, sin ir más lejos, se encuentran Luis Giménez Soldevilla o Francisco Daroca. El primero se mostró en un principio reacio a aportar su punto de vista, ya que, si bien Arenal 2000 se encargó de su factura física, fue su despacho el que diseñó tanto el Pabellón como el recinto del Parque Joyero. No obstante, terminó por reconocer que «como objeto arquitectónico, me va a gustar cómo va a quedar el Centro de Exposiciones», ya que se trata de «un edificio bonito».
Eso sí, también consideró que su aspecto y la temática que trata «es muy recurrente» y, de hecho, «se parece al C4 por las celosías y demás», ya que es algo que todo el mundo en Córdoba, «cuando se quiere hacer un volumen representativo, lo ha utilizado» y el «uso de segundas pieles es muy recurrente», sobre todo cuando existe una preestructura que condiciona el proyecto.
No obstante, Francisco Daroca, quien, igualmente tuvo que reconocer que durante un tiempo fue contrario a la reutilización del Pabellón, diferenció el Centro de Exposiciones de lo que es el Centro de Creación Contemporánea de Córdoba. «Quizá haya semejanza en fachada, pero la filosofía es por completo distinta y mientras que en uno predominan las turbas exagonales, en el otro nos encontramos con una caja aséptica que lo envuelve con un lenguaje neutro y sutil a base de piel calada».
Solución contemporánea
Se trata, en su opinión, de una solución «muy actual y contemporánea», pero al mismo tiempo «sin acaparar el protagonismo», que puede suponer todo un acierto y que funcionará «como una máquina». «Creo que con el uso de capas u subdivisiones, al estilo de un hojaldre móvil, vamos por el buen camino», comentó para sentenciar que se trata de un edificio «ligero, sencillo en el buen sentido, eficaz y útil».
Entre los detractores —pero no por el proyecto como tal, sino más bien por la modificación que supuso la idea inicial que se consensuó en el Plan General de Ordenación Urbana— están Rafael Obrero o Manuel Pedregosa.
Tras reconocer que «no he visto nada al respecto», Rafael Obrero, gerente de Vimcorsa hasta 2011, consideró que hacer un Centro de Exposiciones en el Parque Joyero «es una equivocación», ya que la periferia «no es la mejor ubicación y el Parque de Miraflores era lo más adecuado, porque se trataba de potenciar toda aquella zona».
Por su parte, Pedregosa también rechazó la ubicación y se inclinó por convertir la antigua Escuela de Ingenieros Agrónomos en ese Centro de Congresos «que la ciudad necesita», ya que el edificio, según un proyecto elaborado por él en este sentido, cuenta con elementos suficientes para ello, tales como salas para 200, 100, 40 y 60 personas y únicamente faltaría por habilitar un auditorio para unos 800 o 1.000 asistentes.
La indiferencia corrió a cargo, por ejemplo, de Juan Cuenca, quien se limitó a señalar que el proyecto le resultaba «muy ajeno» y, por tanto, «lo desconozco por completo», al igual que Pedro García del Barrio, si bien éste último señaló que Javier Terrados, uno de los diseñadores, «es un magnífico arquitecto, que aquí en Córdoba ya tiene una obra importante, el centro de salud de Lucano, en el que ha sabido leer muy bien la condición cordobesa, y lo hará muy bien».
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