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EL DEDO EN EL OJO

Empezó el curso

La nueva ley de educación ha vuelto más enconadas las interpretaciones políticas y los posicionamientos doctrinales

MARIO FLORES

ERRAR es humano, rectificar de sabios y perseverar en la equivocación de empecinados. Así lo creo. Hace ahora una semana que se inició el curso escolar y, como todos los años, se ha vuelto a celebrar la preceptiva «performance» ideológica en torno a la Educación.

Este curso, con motivo de la entrada en vigor de la nueva ley de educación, las interpretaciones políticas se han vuelto más enconadas que otras ediciones y casi nadie ha perdido la oportunidad de retratarse según su posicionamiento doctrinal.

Desde el PSOE, no han sido pocos los políticos que se han prodigado a la hora de descalificar la reforma educativa, tirando de estereotipos, consignas y de toda una batería de descalificaciones. De la izquierda se ha dicho que gusta de socializar la pobreza; en materia educativa cabría decir que en estas últimas décadas, y al amparo de la logse, se han empleado en alcanzar la depauperación intelectual de los alumnos españoles.

Decía al inicio que perserverar en el error es de empecinados; y hasta difícil de entender. Pues en eso están estos políticos cuando niegan el derecho y el deber del Gobierno español a intentar enmendar el anterior sistema educativo que nos saca los colores, condena al fracaso a generaciones enteras y nos convierte en un país débil en el concierto internacional. A pesar de ser esto una constatación empírica de la realidad, aún se obstinan en mantener sus dogmas, sus «educaciones para las ciudadanías» y sus localismos catetos elevados a materia curricular estrella.

En Andalucía han tardado poco los socialistas en retratarse al proferir dislates del tipo «se pone en vigor la ley por imperativo legal» o «la Junta va a seguir garantizando un sistema público basado en la equidad y en la igualdad de oportunidades a pesar del recorte, bla, bla, bla,…».

Quien esto profería la semana pasada era la delegada del Gobierno en Córdoba quien, en la apertura del curso en el colegio cordobés Condesa de las Quemadas, se encargó de pregonar las glorias de la Junta de Andalucía; en su salvífica misión educativa, dicha institución, vendría a redimir a los alumnos que, al parecer, se van a encontrar sometidos a una descomunal persecución por parte del Gobierno central.

No todo es tan estupendo porque el curso se inicia en Córdoba con veinticinco centros en obras y otros dos con aulas portátiles.

Como loa final a nuestra grandiosa Junta andaluza, el acto de inauguración del curso se cerró con la interpretación del Himno de Andalucía por parte de dos alumnos que tocaba el violín y la guitarra.

Y yo me pregunto: ¿qué pintaba ahí el himno andaluz?, ¿han llegado también los recortes a la orquesta del colegio que ha quedado reducida a sólo dos músicos?

¡Demonios, qué mal empezamos!

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