El fin no justifica los medios
Todos estamos horrorizados y atemorizados en el Occidente cristiano por las imágenes transmitidas a través de muchos medios con las ejecuciones y crueldades cometidas por los fundamentalistas islámicos en los territorios de Oriente Medio, haciendo víctimas entre los que se niegan a convertirse al Islam. Las mismas crueldades ocurren cotidianamente entre nosotros por el aborto. Se descuartizan una media de trescientos niños diariamente en España, un auténtico genocidio, censurado, porque no se distribuyen las imágenes de sus restos. Sus ejecutores y los padres de las criaturas viven entre nosotros, impunes, por la legalidad de sus actos. Invito a nuestros políticos y defensores del aborto a ver las imágenes reales de un aborto, asumiendo el riesgo de padecer posteriormente «trastornos de personalidad graves». Y, sobre todo, mi invitación es a derogar la «ley Aído», como esperábamos los votantes del PP, al que dimos mayoría absoluta en las elecciones pasadas, fiados en sus principios cristianos fundacionales. Como proclamaba Juan Pablo II en su primera visita a España: «No se puede legitimar nunca la muerte de un inocente».
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