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EL CGPJ TOLERA LA BURLA DEL JUEZ VIDAL

Ante el desafío separatista, lo último que un órgano constitucional del Estado debe consentir es que desde sus propias filas se promueva el incumplimiento de la Constitución

LA Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial decidió ayer, por un voto de diferencia, no suspender al magistrado Santiago Vidal, el conspicuo amanuense del nacionalismo catalán a cuyo servicio ha puesto su pluma para redactar la «constitución» de la Cataluña independiente. El Promotor de la Acción Disciplinaria del CGPJ, nuevo cargo creado en la última reforma de este órgano constitucional de gobierno de los jueces, propuso la suspensión de Vidal por dos faltas muy graves. Nada más y nada menos que las de incumplir sus deberes judiciales de fidelidad a la Constitución y al ordenamiento jurídico y desatender el régimen de incompatibilidades. La Comisión del CGPJ debió de considerar que con la decisión del Pleno de incoar expediente disciplinario era suficiente, sin que fuera necesario suspender cautelarmente al magistrado Vidal hasta la resolución del mismo. Es cierto que la Ley Orgánica del Poder Judicial no impone la suspensión cautelar, pero es significativo que la reserve solo para los casos de imputación de una falta muy grave. En este son dos las faltas muy graves, así que la decisión de la Comisión resulta difícil de entender por partida doble. Además, la situación de un juez que, al mismo tiempo que ejerce su jurisdicción, es investigado por la cúpula judicial por haber cometido dos de las más graves infracciones disciplinarias constituye un contrasentido.

Ante el desafío separatista, lo último que un órgano constitucional del Estado debe consentir es que desde sus propias filas se promueva el incumplimiento de la Constitución. En la actuación del magistrado Vidal no hay nada inocente. Es la coartada perfecta para la propaganda nacionalista: un juez del Estado español redactando el borrador de «constitución» catalana. Es el falso pluralismo que tanto gusta a los nacionalistas, adornado con la apariencia de legalidad que le confiere el carácter judicial del escribano. La medida cautelar de suspensión, ante la evidencia, solidez y gravedad de los indicios, estaba absolutamente indicada en este caso.

Lo mínimo que cabe esperar a partir de ahora es que el CGPJ tramite con la máxima celeridad el expediente sancionador y aproveche la ocasión para fijar los límites de la actitud de los jueces destinados en Cataluña con el proceso separatista en marcha. Un juez lo es a todas horas del día, y Vidal no puede escudarse en que su actividad de asesoramiento legal al frente nacionalista no tiene que ver con su condición judicial, porque es gracias a ella por lo que está dedicado a semejante dislate. Hay que confiar en que el CGPJ termine bien –para los intereses del Estado– lo que tan confusamente ha comenzado.

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