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Teatro

Las cloacas de la política

MIGUEL ÁNGEL DE ABAJO

Iluminación: The Blue Stage Family. Vestuario: Marie-Laure Bénard. Lugar: Gran Teatro de Córdoba. Fecha: Viernes, 17 de octubre de 2014.

Las alcantarillas de la política son el tema de «Feelgood», la obra del inglés Alistair Beaton, representada el viernes en el Gran Teatro.

Los asesores de imagen de un presidente del Gobierno indeterminado preparan el discurso que éste deberá pronunciar en la clausura del congreso de su partido. Rodean a los congresistas protestas y disturbios callejeros. El autor sabe de lo que habla, porque ha escrito discursos a los políticos de su país; incide en las mentiras y corrupciones que mueven los hilos de la política, muchas de ellas directamente relacionadas con la actualidad.

Destaca, en el equipo de asesores, el jefe del grupo, un hombre implacable y sin escrúpulos a la hora de conseguir sus ambiciones (las del partido: medrar, trepar, instalarse, atornillarse en el sillón). Eso sí, siempre con un barniz de corrección, legalidad y filantropía.

La obra está llena de buena voluntad y sintoniza rápidamente con el público, dada la pésima reputación que, por desgracia, se ganan muchos políticos, no todos, día a día. Pero, en mi opinión, se queda corta.

La demagogia política, los engaños electorales y el parasitismo a los pechos de las prebendas del poder son tantos, que merecerían más escarnio. Me explico. La obra pierde acidez porque es larga y no va al grano. Además, cae en tentaciones de buenismo populista que arranca los aplausos del público, pero que restan mordacidad.

Un ejemplo: no es creíble que la periodista que descubre la corrupción que provoca el desenlace, una reportera de investigación y de raza, se crea, en principio —luego parece que se le enciende la bombilla—, la promesa de que el presidente del gobierno va a subir las pensiones un 15% y va a eliminar de la noche a la mañana la ley de inmigración, entre otras espectaculares medidas sociales, a cambio de que ella renuncie a publicar la bomba informativa que había descubierto en las cloacas del partido. No es verosímil, y se pierde tiempo dramático en explicaciones.

Pese a estas blanduras argumentales, la obra se sigue bien, se disfruta con el acierto del trabajo actoral, todos con ganas y pasión, aunque las actrices están un poco chillonas a veces. La dirección no le da a la puesta en escena suficiente ritmo y, como el texto es largo, eso resta intensidad.

Un ritmo que empieza muy bien en la primera parte, pero que va aflojando al avanzar, se entrecorta, aunque el interés de la acción se recupera al final con la espléndida intervención en video de Carlos Hipólito. Muy floja la escenografía, con demasiados muebles y objetos por el escenario. Lleno absoluto y fuerte aplauso al final de la función.

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