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GUITARRISTA

Vicente Amigo«Sería muy bonito parecerse a Paco de Lucía»

El guitarrista cordobés presenta mañana en Madrid y el viernes en Barcelona su nuevo disco, «Tierra», con el que añade acentos celtas al sonido flamenco

Vicente Amigo«Sería muy bonito parecerse a Paco de Lucía» ARCHIVO

IGNACIO SERRANO

Tras su exitosa gira por países como Japón, Colombia, México, Alemania, Francia, Polonia o Turquía, Vicente Amigo vuelve tras muchos años a Madrid (Teatro de La Zarzuela, 21 de octubre) y Barcelona (Palau de la Música Catalana, viernes, 24) para presentar «Tierra», «un acercamiento a otra tierra a través de la música, un abrazo entre dos culturas a través de dos expresiones como son la música celta y el flamenco»

—El título de su último disco, «Tierra», encierra un concepto que ha condicionado la composición y la grabación de los temas, ¿no es así? ¿Podría explicar cómo nace y se desarrolla esa idea?

—Título hay que ponerle a todo, aunque no le haga falta. Pero el sentido que tiene es que es un acercamiento a otra tierra a través de la música y es un abrazo entre dos culturas a través de dos expresiones como son la música celta y el flamenco. Es algo que tenía muchas ganas de hacer, pero no lo he visto claro hasta que conocí a estos músicos y vi que podrían cuadrar los temas que yo tenía ahí medio desarrollados. Cuando ya lo vi claro me decidí a hacerlo. Hace tiempo que estaba la compañía pidiéndome algo, pero no lo veía claro y no quería hacer cosas con calzador, sino ponerme a ello cuando estuviera convencido… Y ahí está… Ahí hemos metido la pata como hemos podido.

—¿Cómo fue trabajar con Guy Fletcher? ¿Cuál fue su mayor aportación? ¿Costó conectar o fue todo muy fluido desde el primer instante?

—Fue algo muy natural y sin ningún tipo de presión. Me gustó el sonido y la idea de abrazar esa música con la mía, desde el primer momento. Hice unos temas que mi oficina le pasó a Guy y él también se sentía atraído por el proyecto. Vino a Córdoba en abril y en junio estábamos ya grabando en Londres. Desde el primer momento todo fluyó de manera muy natural y tanto con Guy como con los músicos nos entendimos perfectamente desde el momento en que nos conocimos.

—¿En Londres tuvo mejores medios que los que tiene en España?

—Personalmente, pienso que no. Cuando a un señor le suena bien o mal un instrumento le suena bien o mal en Londres, en Pamplona, en Valencia o en Montalbán. Pero lo que sí es verdad es que necesitas unos medios, una sala, y cada sala es una historia, igual que cada instrumento o cada micro es diferente. El estudio de Londres, British Grove, es un espacio especial y técnicamente tiene todo lo que se puede desear. Pero pienso que su aportación no fue solamente técnica, sino mas de «feeling», de la calidez del espacio y lo cómodo que fue todo.

—¿Cómo se siente uno al alejarse de la ortodoxia flamenca? ¿Es, de algún modo, liberador?

—Para mí es liberador hacer música porque es mi mejor forma de expresión. Hay momentos de más ortodoxia y otros de menos, pero todo está dentro de la música, que es la madre. Y toda esa música la busco con el mismo amor. De todas formas creo que no me alejo tanto de lo que entiendo por ortodoxia, que puede ser diferente al concepto que tenga quien me escucha.

—¿Se empieza ya a digerir el hecho de que Paco de Lucía ya no esté entre nosotros? ¿O sigue siendo duro de aceptar?

—Es tan duro como difícil. Por más que me extendiera hablando de Paco me seguiría quedando corto ante el sentimiento que quedó en mí por tan increíble pérdida.

—Usted definió una vez su profesión como un «adorable tormento». En eso se parece mucho a él, ¿no?

—No sé. Desde luego creo que la vida de un guitarrista es un poco así. En eso creo que nos parecemos un poco todos los guitarristas. Sería muy bonito parecernos a él en muchas cosas.

—¿La espiritualidad es especialmente valiosa cuando uno vive la vorágine de los conciertos, las giras, las promociones?

—Para mí lo es. Trato de buscar un momento de recogimiento y buscar esa paz necesaria para poder ser como realmente soy. A veces es difícil.

—Sea sincero... la rivalidad ancestral (a veces no del todo sana) entre guitarristas flamencos, ¿es algo que ya pasó a la historia?

—Para mí la rivalidad en el arte nunca fue sana sino todo lo contrario. Esto no es un deporte. Y, por supuesto, yo nunca he querido ser rival de nadie ni querré serlo nunca. Yo sólo quiero aprender y expresarme lo mejor posible. La guitarra está en un momento maravilloso. Hay muchísimos guitarristas que tienen cosas interesantes que decir, y no podemos pretender que todos tengan la mejor técnica, cada uno tiene lo suyo. En la viña del Señor hay de todo. El flamenco hoy en día tiene mucha música, está aportando mucho y está haciendo que se acerque gente de todo tipo de culturas musicales. Y eso no es porque sea una música exótica, sino porque es música de verdad.

—Después de todos estos años haciendo música, ¿hay algún logro artístico pendiente que le obsesione?

—Cada día es un reto para mí como músico y como guitarrista. Cuando logras algo que te hace sentir bien ya estás pensando en otro logro que te siga haciendo sentir bien. Al principio y al final lo que todos los seres queremos es sentirnos bien. Lo que ocurre es que mi vida personal está tan confundida con la profesional que muchas veces se me olvida vivir.

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