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EL PULSO DEL PLANETA

El club que une a Sinatra, Isabel II y Lady Gaga

El club que une a Sinatra, Isabel II y Lady Gaga

LUIS VENTOSO

La mítica discoteca Annabel’s, en el centro de Londres, celebra sus 50 años con un documental dirigido por Ridley Scott

Cuenta la leyenda de Annabel’s que a la caída de una tarde de 1986 se dejaron caer por el club montando fiesta dos chicas disfrazadas de mujeres policías, una rubia y otra pelirroja. Uno de los parroquianos levantó una ceja, llamó a un encargado y elevó una queja: «Hay aquí dos idiotas que están molestando». Resultaron ser Sara Ferguson y Diana Spencer, aquellas alhajas que eligieron para desposarse los dos hijos mayores de Isabel II.

Annabel’s abrió en 1963, fundado por Mark Birley, hijo de un retratista de la alta sociedad y quien hasta entonces había coqueteado con el mundo de la publicidad y la moda. El club ocupa el sótano del número 44 de Berkeley Square, en el prohibitivo barrio de Mayfair. Cuenta con varias estancias -restaurante, zonas de copas y discoteca incluidos- y con un jardín interior. Está en una plaza de plátanos altivos, a un paso del Ritz y no lejos de Buckingham. En la calle de atrás se topa uno con un templo de la Iglesia de la Cienciología con pretensiones de catedral (kitsch); lo que tal vez explica que hasta Tom Cruise, paladín de la fe cienciológica y los hábitos deportivos, se halla dejado caer por sus butacones british.

Annabel’s lleva el nombre de la esposa del fundador del club, quien lo traicionaría a lo grande con un financiero. El lema de Birley no dejaba lugar a dudas de la filosofía del local: «Este club debe oler a sexo y exclusividad». Más por lo de exclusiva que ya por lo segundo, hasta Isabel II se ha dejado caer por allí. Fue en una única ocasión, para celebrar el 70 cumpleaños de una de sus damas de compañía. La soberana se marchó a la medianoche y se aplicó bien, con una ginebra con Martini.

La cueva del quién es quién

El lujoso garito ha unido a la gente más diversa. Frank Sinatra fue uno de sus primeros valedores. Birley se lo trabajó bien. Una noche el cantante comentó que le gustaba uno de los cuadros que adornan el club. Al día siguiente su perspicaz propietario se lo envió a su hotel, para la resaca matinal. Por sus salones abovedados han pasado Onassis y Jacqueline, Liz Taylor, los Stones, Nixon, Jack Nicholson, toda la realeza británica… Hoy se dejan ver las inevitables Kate Moss y Pippa Middleton, actores de Hollywood de gira, glorias locales. The Beatles fueron expulsados en una ocasión. Pero el club se ha encargado de aclarar que no fue por no llevar corbata, sino «por no llevar zapatos». Todas esas historias ocuparán un documental, producido por Ridley Scott, y donde hablan muchos de quienes han visto llegar el alba en la cueva del quién es quién.

¿El secreto de Annabel’s? Un ambiente atemporal, algo barroco, muy inglés, tal vez con un punto decadente. Y sobre todo: discreción. Lo que pasa dentro allí se queda. Los periodistas no son bienvenidos. El club cuenta con sus propias instituciones humanas, como Mabel, la mujer que cuida el baño de mujeres, que ha sido paño de lágrimas de muchas divas más o menos colocadas.

Richard Caring, un magnate de la moda al que Birley vendió el local por más de 90 millones de euros poco antes de fallecer, lo resume así: «No hay un lugar más encantador en el mundo». Lady Gaga se puso al piano del local en su última visita. «Buenas noches, gente rica», gritó a modo de saludo. Seguro que acertó.

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