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LA FERIA DE LAS VANIDADES

ASTÉRIX EN PARO

FRANCISCO ROBLES

Nos dijeron que íbamos a ser la aldea gala. Y lo somos. Astérix y Obélix ya se han apuntado al paro

EN Cataluña se han encendido las alarmas que no quieren ver esos nacionalistas que sólo se fijan en lo que les conviene. Los mismos que denuncian la paja del ébola en Madrid —la enfermera se ha curado afortunadamente— no son capaces de ver las muertes por legionela que suceden en su país, como ellos llaman a lo que fue un condado del reino de Aragón. Con la economía sucede tres cuartos, bien despachados y mejor despechados, de lo mismo. Un estudio pone en solfa económica la independencia de cartón —las urnas no serán de cristal— que buscan Mas y Pujol para librarse de la cárcel. Y afirma que si se produjese esa secesión, en la tierra de Pla —¿o es que Pla tampoco era catalán?— el paro llegaría al 34%.

Cambiemos de párrafo y cambiemos de registro geográfico, como diría un cursi. En Cádiz deberían poner urnas de cartón por las calles. Tacita de plata is not Spain. Independencia al canto. Salida de la UE. Abandono del euro. Y el paro bajaría automáticamente al 34%. Porque la realidad, cuando se le quitan los velos de la corrección política, es así de cruel. La cifra de paro que sería una ruina absoluta para Cataluña se convertiría en una buena noticia para Cádiz, donde el desempleo rebasa la línea roja del 40%. Y quien dice Cádiz puede decir Andalucía. En la última EPA se ha demostrado, una vez más, que nos trabajamos el paro como nadie. Seguimos por encima del 35%. Y subiendo...

Aquí damos con la tecla que buscan los antropólogos, los sociólogos, los historiadores de esta Andalucía abonada al desempleo. Nuestra seña de identidad no está en la riqueza de las hablas andaluzas, ni en el cante flamenco que antes dependía de la lorquiana aparición del duende y que ahora depende de la omnímoda y omnívora Junta de Andalucía según el Estatuto. Nuestra identidad no se basa en el crisol de las civilizaciones que por aquí pasaron, ni por las que se quedaron a vivir en esta tierra. Nuestra verdadera identidad es el paro. Y como todas las identidades sirven para sacarles dinero —hay quien vive del flamenco, de la Semana Santa, de las romerías, del carnaval y hasta de los chistes que resumen la gracia andaluza— pues también hay quien se enriquece con el desempleo: sólo hay que ver dónde está la corrupción andaluza. En los ERE y en los cursos de formación, o sea, en la gestión de los dineros que se destinan a mantener el desempleo mediante los expedientes que subvencionan despidos y apoquinan a los que organizan los cursos que no se dan.

Veamos la realidad al revés de como nos la presenta el Régimen. Aquí no se lucha contra el paro. Aquí se hace todo lo posible para mantenerlo en esos niveles que permitan la subsistencia de la red clientelar que cada cuatro años se convierte en electoral. Es así de surrealista y así de real al mismo tiempo. El dinero no se invierte para crear puestos de trabajo, sino para destruirlos. Nada más conocer el dato de la EPA, la presidenta Díaz le pide al Gobierno que disminuya el número de peonadas necesarias para acceder al PER. No se piden inversiones: se invierte el argumento y se exige que los andaluces sigamos viviendo del subsidio. He ahí nuestra identidad. La que no queremos ver. La que nos convierte en la única comunidad autónoma donde crece el desempleo. Nos dijeron que íbamos a ser la aldea gala. Y lo somos. Astérix y Obélix ya se han apuntado al paro.

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