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HORIZONTE

COMO CON FRANCO –Y PODÍA SER PEOR

RAMÓN PÉREZ-MAURA

No hemos llegado a los extremos de la Segunda República, pero sí a los más moderados de la dictadura

TODAVÍA no hemos vuelto al 16 de octubre de 1935, cuando ABC publicó una portada que sigo viendo enmarcada cada día. En ella hay un único texto, orlado: «Este número está visado por la censura». No hemos llegado a esos extremos de la Segunda República Española, la que también bombardeó –con la ley en la mano– el palacio de la Generalidad, pero sí a los más moderados de la dictadura de Francisco Franco, una vez suprimida la censura previa: un gobierno redacta textos de inserción obligatoria. Afortunadamente, en España el papel prensa ya no es una concesión administrativa, lo que impide a Artur Mas intentar imponer su autoritarismo a los medios. Pero el espacio radiofónico sigue siendo una concesión administrativa. Y, durante el Gobierno de José María Aznar, se trasladó esa competencia de la adjudicación de frecuencias a los gobiernos autonómicos. Ya se sabe, esas son las concesiones que hay que hacer cuando se dice que hay que seguir «conversando» –es decir, negociando– con los nacionalistas. Así que el señor Mas ha decidido, como la pantomima del próximo fin de semana debe ser lo más concurrida posible, obligar a las cadenas de radio privadas a emitir la campaña de la Generalidad «informando» sobre la votación que tendrá lugar en tan magna ocasión.

Se amparan así en la vigente ley audiovisual catalana que impuso el tripartito cuando –como ahora– gobernaba Esquerra. Sólo que entonces, Carod Rovira y sus conmilitones ocupaban despachos y lo hacían en complicidad con el PSC, que así está el pobre.

Afortunadamente, tanto la COPE como la SER salieron en el minuto uno a decir que bajo ningún concepto emitirían esa propaganda. Onda Cero lo pensó un poco más y consultó a sus servicios jurídicos, quizá por saber su accionista mayoritario lo relevante que es cualquier actuación del Incàsol (Instituto Catalán del Suelo). Pero, al fin, ayer por la tarde un portavoz de la emisora confirmaba que, efectuada la consulta, no ven razón para emitir la propaganda política de la Generalidad. Bienvenidos al club.

La farsa en la que se ha metido Mas cuenta ya con el inevitable recurso del Gobierno de la Nación, lo que ayer le sacaba de sus casillas, acusando al Gobierno de hacer el ridículo. ¡Él, que ha logrado que se registre para votar hasta Bob Esponja! Algunos creen que hubiera sido mejor no hacer nada. En esta materia a Rajoy le caen palos siempre. Cuando hace, por hacer, y cuando no hace, por no comparecer.

El artículo 82,1 de la ley audiovisual de marras establece sobre las «comunicaciones de interés público» que «los prestatarios de servicios de comunicación audiovisual están obligados a difundur, gratuitamente y con indicación de su origen, los comunicados y las declaraciones que el Gobierno del Estado y el Gobierno de la Generalitat estimen convenientes por causas justificadas de interés público». Y lo menos que cabe decir es que esta ley, aprobada por el tripartito, se anticipó a las tesis de Pablemos, que cree que la libertad de expresión no puede estar en manos de la propiedad privada. Sólo hay libertad de expresión si él y los suyos tienen el monopolio.

La pregunta que cabe hacerse es por qué esa ley ha sido consentida. Por qué se aprobó y no se hizo nada. Y sólo cabe concluir que, con la característica desidia ante los avances del nacionalismo, se aplicara el «déjese», y de aquellos polvos, estos lodos -más propios del franquismo.

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