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LENGUAJE

Ni «pego» ni «fartusco», en el diccionario

Flamenquín, jeringo, cordosiesa..., las mayores aportaciones de Córdoba a la lengua están fuera del DRAE

Ni «pego» ni «fartusco», en el diccionario abc

rafael Ruiz

Las dos palabras más identificativas de Córdoba, pego y fartusco, han sido vilmente ignoradas por la Real Academia en los sucesivos Diccionarios. Y mira que pego sí está recogida pero no en el sentido que se utiliza en Córdoba. Un pego, libraco en mano, solamente está aceptado enlos juegos de cartas. Consiste en unir disimuladamente dos naipes para que salgan como uno solo. Nada que ver con nuestra palabra que significa cosa de poco valor. Ni con pegoso, el que anda con asuntos triviales.

Fartusco, sin embargo, es la gran agraviada. Ni aparece en su modalidad oral (fartuhco), ni en sus variaciones de ese y zeta (fartusco o fartuzco). El Diccionario de cordobesismos que realizó la Oficina de la Capitalidad lo definió como «tontorrón», aunque caben una gran cantidad de matices y no recogió algunos usos de municipios de la provincia que incorporaron el definitivo «fartucho».

La chominá, que es un pego superlativo, tiene su versión académica en chuminada («Tontería, estupidez, cosa sin importancia»), cuya etimología, efectivamente, tiene que ver con el órgano sexual de las damas. Nótese que el órgano masculino tiene su vocablo propio con ese mismo elemento, pollada, aunque éste solo está aceptado como conjunto de pollos y granadas con las que se bombardea el campo de batalla. Doble moral y machismo absoluto.

Chochifarto, chusnear

El muy cordobés chochifarto nunca ha tenido acomodo en el parnaso de la lengua. Ni el verbo chusnear, tan usado, ha tenido un hueco entre quienes aceptan bluyín como pantalón vaquero. Pero es que Córdoba no tiene suerte. En primer lugar, salmorejo tiene como primera acepción lo siguiente: «Salsa compuesta de agua, vinagre, aceite, sal y pimienta». ¿Perdón? Puaj.

Hay que ir a la tercera acepción para aclararse algo: «En Andalucía, especie de gazpacho que se hace con pan, huevo, tomate, pimiento, ajo, sal y agua; todo ello muy desmenuzado y batido para que resulte como puré». ¿Especie de gazpacho? ¿Dónde comen los académicos exactamente? En un perol, no. Porque se recoge la acepción del recipiente (que por cierto, es media esfera de metal) pero no de la receta de arroz ni de la fiesta campestre.

Flamenquín, directamente, no viene en el Diccionario. Y eso es imperdonable porque se trata de Punto menos para quien limpia, fija y da esplendor. Medio tiene un montón de acepciones pero ninguna es esa copa de vino que se utiliza para echarse el fino en rama al coleto. Curiosamente, sí se recoge un recipiente de líquidos usado en Nicaragua.

Ni sieso, ni cordosiesa

¿Merece cordosiesa un lugar en el diccionario? Merece, al menos, una revisión del concepto sieso, que no se parece ni de lejos a los usos y costumbres de la lengua. Diccionario en mano, el sieso es el «ano con la porción inferior del intestino recto» y no la persona triste, decaída, de escaso ánimo. La definición de «cordosiesa» que hizo la Capitalidad es la siguiente: «Dícese de la mujer cordobesa que es guapa pero antipática». Aquí hay un asunto para el debate lingüístico.

Y, señores, jeringo no es sinónimo de churro sino tejeringo, que es la palabra reconocida aunque como fruto de la sartén con forma cilíndrica y estriada, es decir los de patata. Y como el jeringo no tiene estrías, pues no es churro ni tejeringo. El jeringo es porra, que el uso madrileño viene en el Diccionario, como churro grueso no necesariamente dotado de estrías laterales. O sea, una auténtica discriminación a cordobeses y cordobesas. Un escándalo.

No prueben con el saquito en el Diccionario. Saco, sí, aunque no como nuestro jersey sino como un gabán grande. Pizco tiene la suerte del lugar en la Academia y, albricias, poyete lo va a tener. Los académicos han decidido que es sinónimo de poyo aunque con el matiz de que es un banco de piedra y no esa construcción que sirve para todo, para los platos de la cocina o para buscar acomodo. Estará en la vigésimotercera edición. Aleluya.

Retortero sí que está en su locución de uso común aunque no riles, bello eufemismo cordobés que usamos cuando algo clama al cielo. Y habría que ir revisando exactamente la amplitud del lenguaje en cuanto a las cosas menudas de comer. Chocho está como fruto de la papilionáceas así como altramuz pero no chorcho, profusamente usado. Blanquiverde, que se sepa, no aparece aunque el Diccionario no ha incorporado aún el nombre de las aficiones. Madridista tampoco está. Ni verdiblanco. Tranquilos.

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