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EL TACÓN DE SÓCRATES

Yo y los míos

Entre lo que se busca y lo que se encuentra, al Córdoba CF no paran de sucederle cosas que parece que sólo ocurren aquí

POR PACO MERINO

Entre lo que se busca y lo que se encuentra, al Córdoba CF no paran de sucederle cosas que parece que sólo ocurren aquí. Pero no. Es igual en todos los sitios. No somos especiales. Eso dicen por sus altavoces oficiales los constructores del «nuevo orden», fabricantes a destajo de momentos incómodos. La reconversión es absoluta. En el césped, en los despachos, en el estilo, en los objetivos, en las relaciones con el entorno y en el plan de futuro de una entidad atrapada por su pasado y exigida por un difícil presente. Carlos González lo ha conseguido. El Córdoba es suyo y lo será más. La transición puede finalizar antes de Navidad, cuando en la próxima junta de accionistas se aprueben modificaciones en los estatutos y la entrada —con remuneración económica por su dedicación— de nuevos consejeros. Todos procedentes del círculo más íntimo del presidente.

El Córdoba CF se convertirá en una empresa con proyección universal y gestión familiar. Y el cordobesismo será una base de datos de clientes, un nicho de mercado, una legión de figurantes para los días de gloria o una horda de seres abducidos por alguna corriente de opinión propagada por los «enemigos del régimen». En el búnker de El Arenal se crearán campañas para pedir apoyo mientras se siguen añadiendo capítulos borrascosos con personas y entidades cuya filiación con el Córdoba, por encima de aciertos y errores, no admite la más mínima duda. González sigue dejando la impresión —no hace nada por cambiarlo y, francamente, no parece importarle demasiado— de estar obsesionado por empezar de cero y reescribir la historia. Y habrá a quienes les parezca una mierda, pero es la historia del Córdoba. Nuestra historia.

El club ha entrado en una espiral compleja, en la que sus rectores han establecido la imposición como necesidad. Un ascenso a Primera División después de 42 años se ha transformado en la coartada perfecta y el respaldo moral definitivo para encarar la parte final de un plan que terminará como suelen terminar estos asuntos. Es muy probable que dentro de poco escuchen ustedes frases como «yo o el caos», «sin mí no sois nada» o «yo cogí un club en la UVI…». Pasará. Está pasando ya. Quien paga, manda. Y quien no paga, también. Que se lo pregunten a Juan Díaz, el hijo del legendario Juanín, el símbolo de la época de mayor esplendor del club y fundador de una escuela en el barrio de Ciudad Jardín que desde hace casi 30 años lleva nutriendo al Córdoba con sus chavales más destacados. De allí salieron los hermanos Fran y Bernardo Cruz. Y también Fede Vico.

Ahora se ha conocido que el Córdoba CF, un club de Primera, no puede dar a la modesta Escuela de Juanín y Diego 25 abonos de Tribuna para que puedan venderlos y conseguir, al menos, una parte del dinero que la entidad blanquiverde les adeuda —por contrato— por la venta de Vico al Anderlecht belga. La escuela ya renunció al 60 por ciento del dinero y aceptó un pago en especies. Pero ni eso. «Se están riendo de nosotros», ha dicho Juanín. Su padre dará nombre a la futura Ciudad Deportiva del Córdoba. Él se verá en los tribunales, al lado de Diego Moreno —otro ex blanquiverde—, en frente del club en el que, literalmente, se crió. Una situación chirriante, que revela en toda su crudeza el desapego emocional que existe entre quienes gobiernan el Córdoba y los que mantienen con la casa blanquiverde —por encima de contratos, convenios y prebendas— vínculos de sangre.

La Escuela de Juanín y Diego ha demandado al Córdoba CF, igual que una grandísima parte de los empleados y técnicos desde 2012. La purga está llegando a su fin. Si no te gusta lo que hay, ahí tienes la puerta. Nos vemos en los tribunales. Ése es el método. Entre los muros de El Arcángel, un líder y un pensamiento único. De puertas para afuera, o conmigo o contra mí. No parece una buena receta, sobre todo porque el Córdoba —el equipo, digo— necesita de todos ante el titánico desafío de la permanencia en Primera después de un arranque descorazonador. En los últimos días ha habido algo más que roces con el colectivo de árbitros cordobeses —reclaman acceso gratuito y el club dice que ni hablar de eso—, con un feo cruce de comunicados llenos de puyas. Los que se sienten agraviados en el cordobesismo son ya legión. Aficionados de a pie, clubes de base, peñas, medios de comunicación, exdirectivos, veteranos, empresas, exempleados… Bienvenidos todos al curso del 60 aniversario del Córdoba CF, un club que sólo es de todos a la hora de recaudar.

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