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PRETÉRITO IMPERFECTO

Medina Azahara, el compromiso

Es hora de no poner pies en polvorosa y labrar un acuerdo fiable institucional que lleve a la ciudad palatina donde merece

FRANCISCO J.

Lo cortés no quita lo valiente. Albricias por que Medina Azahara llega al sitio del que nunca debió salir. Esa especie de salita de espera del dentista, llamada Lista Indicativa del Patrimonio Mundial, en la que una treintena de bienes monumentales españoles aguardan turno para que la Unesco pueda implantarles el sello intangible de la universalidad, el prestigio y la exigencia. Tarde, muy tarde, y me atrevería a decir que obligada por los acontecimientos y la proximidad electoral, la Junta, y especialmente la Consejería de Cultura, reacciona al letargo en el que sumió su promesa de cartón sobre el yacimiento y la protección ungida de la ONU. Dígnense ahora autoridades, amigos y parientes del patrimonio, moralistas de la memoria, colectivistas; paniaguados del sistema y culturetas cool, en formar una plataforma cívica, laica, librepensadora —eso ya es más difícil— y sin subvenciones de por medio, capaz de estar dando la matraca durante los tres años próximos para que el viaje a Ítaca de la ciudad palatina no se quede en el placer del camino sino en la felicidad del destino. Que no impere el postureo político cateto. Porque nosotros la vamos a dar desde este periódico, como venimos haciendo desde hace años para lograr situar a la ciudad amada, soñada y vivida de Abderramán III donde merece estar. Y aquí no se halla la Iglesia de por medio, así que a ver qué inventamos para salirnos por la gatera del entuerto.

Si uniésemos en cadena todas las palabras que componen la ristra de promesas políticas que sobre el piedemonte omeya se han vertido, tendríamos para un vuelo intergaláctico de ida y vuelta. Ya no caben las medias verdaderas y sí las posiciones claras. Es hora, pues, de no poner pies en polvorosa y labrar un acuerdo tácito y fiable de colaboración institucional alejado de la demagogia para conformar la mejor candidatura posible, planteando medidas sobre los puntos negros y riesgos por todos sabidos que se lleven a la práctica y permitan ofrecer soluciones razonables. Si es menester, adoptando la valentía que nunca se ha tenido sobre la herida urbanística de las parcelaciones ilegales; pero mucho me temo que nada va a cambiar, salvo la arboleda paisajística que plantarán para disimular el impacto sobre un paisaje que aspira a ser una de las señas de identidad del nuevo bien protegido. Máxime con el caldo de cultivo que Junta y ayuntamientos están dejando tras el viraje normativo a su política territorial de servicios y licencias a bajo coste para tanta casa ilegal.

No son tiempos para la lírica presupuestaria, y menos si hay que apostar por excavaciones que deben entender los ciudadanos y contribuyentes. De Medina Azahara solo ha aflorado un 12 por ciento de lo que hay enterrado. No se trata de que nos dé un ataque de arqueologitis, pero es evidente que la investigación ha de retomarse y la mejora en la conservación de lo ya existente deben cobrar prioridad. Ardo en deseos de ver la foto idílica de la sagaz Susana Díaz por las terrazas del conjunto arqueológico, cual visir de los nuevos tiempos. Toca fijar, limpiar y dar brillo a la ciudad palatina, y toca ahondar en su potencialidad turística. Derribar ciertos círculos integristas científicos y no temer el salto al gran público. Aún retumba en los oídos aquel sondeo que cifraba en casi un 70 por ciento a los cordobeses que no habían pisado todavía el yacimiento. Sin prisa pero sin pausa, como la tortuga, pero con la solidez y convicción de un elefante. No nos vale el caramelo de la salita de espera para que al final seamos como siempre los últimos.

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