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Hacia la gran Medina Azahara

Un espacio de protección de 2.000 hectáreas, el gran reto del yacimiento arqueológico para evitar en el futuro la ocupación de suelo por parcelas

Hacia la gran Medina Azahara

RAFAEL RUIZ

El camino de Medina Azahara a la Unesco obligará a las administraciones de pasar de los papeles teó ricos a la realidad. La redacción del dossier definitivo obligará a comprometerse a medidas, toda vez que el trabajo previo se encuentra realizado a la espera de que los políticos hagan su parte. Porque Medina Azahara no es solamente el yacimiento tal y la conocemos, sino la aspiración de poner fin a los problemas de presión urbanística que existen en su entorno, producto, entre otras razones, de las parcelaciones irregulares que han ido surgiendo en sus cercanías.

La ciudad de Córdoba lleva décadas intentando paliar el peso destructor de la historia sobre Medina Azahara. La magnificencia originaria acabó con la «fitna» o guerra civil que supuso la fragmentación en taifas de Al Ándalus. Y lo que fueron palacios y edificios oficiales pasó a ser durante siglos una cantera para las construcciones de Córdoba, como puede verse con un simple paseo por el Casco Histórico.

El problema moderno es el del uso o abuso del territorio. En 2000, la ciudad aprobó un plan especial para las 2.100 hectáreas del entorno que no logró parar la proliferación de parcelas hasta que ya se había configurado una realidad «urbana». El incremento de la zona BIC, que superó el canal del Guadalmellato, metió a las parcelaciones más pobladas en zona protegida. Eso hizo más rígido el sistema a costa de paralizar el intento de un parque temático a tiro de piedra del yacimiento.

El diseño realizado

Hasta 2012, el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía trabajaron coordinadamente en el entorno. Financiaron una pequeña oficina para vigilar y proponer estrategias para entorno de Medina Azahara, ya que los asuntos patrimoniales tienen la supervisión directa del equipo arqueológico del conjunto.

Cercado de las Pitas, La Gorgoja y Córdoba la Vieja son las tres parcelas más conocidas del entorno de Medina Azahara, aunque no las únicas (al norte se encuentra Casilla del Aire, por ejemplo). Se trata de un número relativamente poco numeroso de viviendas, unas 250, que impactan por visibilidad en el paisaje.

Originalmente, se encontraban fuera del BIC y el PGOU, por lo que se establecía un sistema de acceso a servicios básicos. A la Consejería de Cultura nunca le gustó esta propuesta ni las que partían de los vecinos, que han diseñado en varias ocasiones medidas paliativas —como la formación de pantallas vegetales— y que la zona BIC vuelva hasta su frontera original que la consejera Carmen Calvo modificó.

La realidad es que una cosa es lo que dicen los documentos y otra lo que las administraciones están dispuestas a hacer de verdad. Las primeras versiones del plan de actuación que realizó la oficina de Medina Azahara hablaban directamente de erradicación de las parcelas. Las últimas son menos radicales. Un programa masivo de expropiaciones o reubicaciones vendría a costar unos 50 millones de euros, según los documentos oficiales. La Junta llegó a aprobar un decreto estableciendo el derecho de tanteo y retracto para las parcelas de la zona. No consta que se hiciera con la propiedad de ninguna.

Círculos concéntricos

La planificación realizada se fundamenta en ampliar el concepto de Medina Azahara a los hitos fundamentales por medio de círculos concéntricos. El yacimiento está rodeado de caminos históricos, restos de almunias (como la de Al-Rumaniyya) y lugares aún por desarrollar como las canteras de Turruñuelos o el gran edificio por excavar en la Huerta de Santa Isabel. El documento realizado en su día propone dotar a todos esos miles de metros cuadrados de usos respetuosos que impidan en el futuro la formación de núcleos de viviendas o actividades que sean dañinas para Medina Azahara. El concepto es el de un parque cultural metropolitano, un conjunto de usos que permitan una ocupación regulada.

El corazón de Medina Azahara es la llamada área patrimonial que se corresponde con la superficie intramuros, excavada en una pequeña parte. Mide 320 hectáreas y el planteamiento es, si hay dinero, seguir excavando e investigando. La realidad es que la crisis ha menguado los fondos y que la intervención del Salón Rico se está realizando con dinero de ayuda extranjera. El plan propone modificar el trazado de la carretera de acceso para alejarlo de la zona más sensible.

Justo al este y al oeste del área patrimonial se propone la creación de dos colchones de actividad prioritariamente agroganadera, de unas 200 hectáreas cada una, los suelos de Al-Rumaniyya (al oeste) y todo lo que rodea al camino de los Nogales (al este). En ambos casos, las propuestas técnicas pasan por mantener los usos agroganaderos abriendo la mano a la instalación de pequeños negocios de alojamiento. A su vez, se propone mejorar las redes de caminos históricos para un mejor conocimiento público del entorno y que se puedan visitar los restos existentes.

Zona natural

Al norte, rodeando el monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, se encuentra delimitada —en el documento de propuestas— la mayor pieza del entorno de Medina Azahara. Se trata de un área forestal de gran valor. Existen algunas zonas con viviendas pero porcentualmente son pequeñas manchas en un mapa. Los técnicos propusieron trabajar en nuevas funciones. San Jerónimo aparece marcado con uso hostelero por si en el futuro la propiedad quiere realizar actividades más intensas y se proponen recorridos de ocio por la zona aprovechando lugares de interés como el acueducto de Valdepuentes.

La clave, en el sur

Los problemas, sin embargo, se hallan en la zona sur (junto a la carretera de Palma) y en la parte oriental, la más cercana a la ciudad. Al sur del canal, sobre 550 hectáreas, los técnicos proponían un gran parque periurbano sobre Las Pitas y Córdoba la Vieja, un concepto que en su día incentivó la consejera de Obras Públicas Concepción Gutiérrez. Parte de esta delimitación serviría para futuros crecimientos de la sede institucional con nuevos usos, como un camping con una zona turística junto a Colecor.

Turruñuelos, con 288 hectáreas, sería la válvula de escape de usos controlados. Ocupación, sí, pero regulada. En concreto, un campo de golf de 80 hectáreas, permitir y establecer los usos deportivos existentes ligados a lo ecuestre y mejorar la vereda de Trassierra como eje peatonal vertebrador ligados a la recuperación de las canteras de la Albaida y las visitas a la Almunia de Turruñuelos, tan interesante como poco conocida.

¿Esto puede ser verdad?

El plan, que nunca ha sido asumido oficialmente por las instituciones como documento válido de futuro, cruza algunas líneas rojas y establece la gran pregunta: ¿todo esto es posible?

En realidad, sí. Con tiempo y dinero. Y a Córdoba le sobra de lo uno y le falta de lo otro. La Junta optó por invertir un dineral en el edificio institucional —modélico en lo formal, un desastre en el día a día— a costa de afrontar otras realidades, quizá más importantes. A día de hoy, es poco realista hablar de un programa masivo de expropiaciones y nadie parece defender en exceso en que se deban gastar millones de euros en operaciones de permutas. El expresidente Chaves propuso en su día cambiar viviendas sin papeles por pisos legales en otras zonas de la ciudad. Fue duramente criticado por ello.

¿Qué relevancia puede tener el problema del entorno de Medina Azahara ante la Unesco? Toda. La agencia internacional cada vez presta más atención a lo que rodea a los monumentos, a las medidas que se adoptan para preservarlas de la presión externa. Y exige propuestas concretas aunque la Junta haya hecho la picardía de presentar al Patrimonio de la Humanidad la zona excavada, el corazón del yacimiento.

A ningún asesor de la ONU se le ocurriría no mirar alrededor de una ciudad palatina que fue construida, precisamente, para que todos admirasen a uno de los hombres más poderosos y temidos de su tiempo. Y este es el momento de empezar a tomar medidas serias. De pasar de la teoría del papel a la realidad.

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