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Los viajes de sus señorías

ANTONIO JOSÉ JIMÉNEZ FONSECA

Al parecer, los viajes que realizan sus señorías por todo el territorio nacional es un alto secreto de Estado. Estos personajes, con el dinero de todos los españoles, por lo que se ve, tienen carta blanca para viajar cuantas veces quieran, y no tienen por qué justificar ante las Cámaras, ya sea el Congreso o el Senado, el motivo del mismo, así como su cuantía. Es decir, en otras palabras, que tienen barra libre para ir a donde quieran sin que nadie les pida explicaciones.

Esto se ha podido comprobar con el amigo Monago, para otras señas presidente autonómico de Extremadura. Según se ha podido saber, este personaje ha realizado 16 viajes a Canarias, que contando las vueltas hacen una suma de 32, sin que al parecer tuvieran los mismos justificación alguna por razón de su cargo, a no ser que la misma fuera para ir a visitar a una señorita que, como todo buen político que se precie de serlo, ha negado la mayor y ha hecho hasta el momento hasta cuatro versiones diferentes del motivo de estos viajes.

A Monago, que se le ha cogido con el carrito de los helados, y en el interior de este los hay para todos los gustos, desde el pistacho al limón, se presenta, como no, como una víctima, y que todo esto es una trama contra él. Esa canción ya la hemos oído muchas veces, así que el disco tiene que estar más rallado que una cazuela de aluminio. Pero lo más grave de todo esto es que una vez más el pueblo soberano comprueba el poco o nulo control que existe sobre el dinero público. Pero claro, como éste no es de nadie...

Monago, en sus sucesivas declaraciones, ha dicho una mentira tras otra, como que era el presidente autonómico peor pagado, y es el quinto en el top de los mejores pagados. El refrán que dice «la mujer del César no solamente tiene que ser honrada, sino parecerlo», se lo tendría que aplicar Monago, y por ende todo el arco parlamentario. Porque la casta política de este país ha perdido toda credibilidad y su pretendida presunción de inocencia cuando son cogidos, a ellos en particular no se le puede aplicar. Y no se le puede aplicar porque sus narices las tienen ya más largas que el muñeco «Pinocho».

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